Al final, en este diccionario absurdo, necesitamos utilizar los conceptos originales en la definición de los recién paridos, cayendo en la redundancia. Pero parece que eso nos debe gustar mucho, porque me pasa en la red y ahora me pasa también fuera. Y es que el mundo del retail, tiene sus propios palabros.
Mi experiencia me dice que estos palabros, que no conceptos, surgen cada vez que incorporamos un nuevo elemento tecnológico a la antigua ecuación. Creemos que las cosas ya no son lo mismo porque en su mecánica intervienen ahora, un satélite, un mapa y/o un terminal móvil. E incluso hay personajes que se lanzan a la calle corriendo, con la ropa hecha jirones y envuelta en llamas gritando “CAMBIO DE PARADIGMA”!!!. Bueno, vale, está bien. Esto último no es del todo cierto, pero os aseguro que leyendo determinados blogs, diría que puedo verlos con el rabillo del ojo, saltando entre las pestañas del navegador.
Es así como el cartel, alias rótulo, alias “signage”, alias “cabecera virtual de realidad aumentada”, alias “iBeacon”, en realidad, no tiene más diferencia entre sus alias que esta paulatina incorporación de elementos tecnológicos (algunos de ellos bastante antiguos, por cierto).
Por poneros un ejemplo práctico, digamos que os presento estas tres imágenes. ¿Qué veis en ellas?.
Sí, yo también veo automóviles o coches y si me apuráis os diré que son de color blanco. Ahora imaginad que os dicen que no, que lo primero es un “vintage car”, lo segundo un “hybrid” y lo tercero un “self-driving”. Y es cierto. El primero ya es todo un clásico, el segundo combina un motor eléctrico y uno de combustión y el tercero es uno de los coches sin conductor de Google que, por cierto, circulan por carretera desde que en 2011, se legalizara su uso en el estado de Nevada y forman parte del “Google Self-Driving Car Project”, en el que trabajan por lo menos desde 2005.
Supongo que si está en las noticias estos días es porque algún pez gordo de Google, habrá estado hablando en una conferencia sobre inteligencia artificial frente a una diapositiva gigante que mostraba el número de kilómetros que llevaban recorridos o la foto del último modelo o vete a saber…
En definitiva, todo es correcto y todo está bien dicho, y cada pequeña aportación tecnológica que encontramos, ayuda a mejorar las cosas, pero para un comerciante, todo este maremágnum de información y posibilidades, puede suponer un problema. Sobre todo cuando intentando mantenerse al día o simplemente a flote, se encuentra con ciertos iluminados, que le dicen que lo que su tienda necesita de manera imperiosa, es un probador virtual para potenciar la interactividad, captar el interés, relanzar su imagen de marca, posicionarlo frente a la competencia… y bla bla bla.
Cuando te quieras dar cuenta de que tú lo que necesitabas era una furgoneta (de segunda mano mismo) para llevar tus burros con ropa de aquí para allá, habrás invertido lo que no tenías en un coche que no te ayuda a hacer tu trabajo y por lo tanto, tampoco te ayudará a vender más. O lo que también es igual de malo, te quedarás con la idea de que las mejoras que necesitas están fuera de tu alcance y desistirás de hacer nada.
Cuando ignoramos el por qué de la necesidad de cumplir con preceptos tan básicos como la “buena señalización”, la “atención eficiente al cliente” o la “presentación óptima del producto” y nos dejamos sugestionar por sus nuevas y flamantes versiones tecnológicas, podemos caer en el error de olvidar que ciertas cosas, están totalmente estudiadas, probadas e implantadas y que son comunes a todos los comercios, ya sea en el automovilismo o en la venta al detalle, perdón, el retail.
Y aquí es cuando os vuelvo a recordar que ante la duda y para hacer bien las cosas, pongáis un escaparatista en vuestra vida
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