Televisión y pantallas en niños pequeños

¡Hola a todas!

Esta semana me he propuesto tachar de la lista de posts pendientes temas que me habíais pedido mucho y aquí va uno de gordo: televisión y pantallas. 

Si os soy sincera no lo había hecho hasta ahora por dos motivos: el primero porque es un tipo de post que me requiere mucho tiempo de escribir, buscar información, intentar responder todas las dudas que me hacéis llegar. Y segundo, porque se que son un tipo de posts que remueven bastante y a veces la crítica que hay detrás de estos escritos se vuelve un poco dura y hay que estar preparada para recibirla. 

Vamos allá, espero que no se alargue mucho y que podáis encontrar en este post algunas respuestas de las dudas que os rondan por la cabeza, o que os remueven cuando ofrecéis televisión y pantallas a vuestros hij@s. Desde hace algunos años los mensajes que nos llegan sobre ofrecer la televisión y pantallas (móviles, tabletas, etc) a nuestros hijos es perjudicial. ¿De dónde viene todo esto? ¿Qué fundamentos hay detrás de estas afirmaciones? ¿Por qué si todos hemos crecido viendo televisión todas las tardes y no hemos salido tan mal, ahora no se lo ofrecemos a nuestros hijos?


Esta última pregunta la añado porque es alguna de las muchas que suelo recibir cuando la gente se entera de que no tenemos televisión en casa.

No, no tenemos televisión en casa. Y puedo decir, después de dos años que es de las mejores decisiones que hemos tomado jamás. Cuando Valentina tenía alrededor de 2 años decidimos reformar nuestra cocina,  y para ello estuvimos viviendo fuera durante dos meses. Fue entonces cuando aprovechamos la ocasión para eliminarla. Ya hacía tiempo que me rondaba la idea (y digo me porque era a mí la que me removía el tema de la televisión) y fue algo que tuvimos que negociar con mi pareja. Así que eliminar la televisión fue algo gradual. Primero la eliminamos del comedor y añadimos una pequeña en nuestra habitación para el momento antes de dormir, y finalmente se acabó eliminando también de allí. Pero voy paso por paso.


La idea de eliminar la televisión vino porque a medida que Valentina crecía iba viendo como su interés por el aparato también iba en aumento. Había aprendido a encenderla, y aunque no le hacía demasiado caso, todas sabemos que es cuestión de tiempo y de entrenamiento que sean capaces de engancharse al televisior. Contaba a mi favor que mi hija es un culo inquieta y era (y es) incapaz de estarse sentada mirando alguna cosa durante un tiempo prolongado. Siempre le han provocado mucho más interés el resto de cosas que le rodean y su interacción con ellas. Estoy segura que hubiera sido muy distinto con la pequeña; ya que por su carácter se hubiera quedado horas y horas sentada delante del televisor.

También por mi parte empezaba a aparecer algunos momentos en los que claramente usaba el televisor para poder gestionar situaciones en casa, como por ejemplo hacer la comida. Sabía que aquello era el recurso fácil y que no podía ser que no hubiera otra manera de gestionarla. Pero claro, era tan fácil y accesible: solo tenía que apretar un botón y todo se solucionaba. Pero cuando habían pasado esos 10/15 minutos no siempre ella estaba dispuesta a terminar. Cuando a mi me iba bien se la ponía, y cuando a mi me parecía se la quitaba. La rabieta estaba servida. 

De este modo, en mayo de 2018 la televisión desapareció de nuestro hogar. Al principio, os lo tengo que reconocer: era MUY extraño. Toda nuestra experiencia en casa, con nuestros padres, solía estar acompañada de una televisión de fondo. Y aunque no éramos (o no nos considerábamos) personas que tuvieran la televisión como animal de compañía, se hacía extraño no tenerla en momentos de estar tumbados en el sofá, en la hora de después de comer los fines de semana, cuando las niñas se habían ido a dormir… De verdad que sentir que aquello era muy extraño era convencerme a cada momento de que habíamos tomado la decisión adecuada. Ahora, nuestra familia goza de muchos momentos de juegos compartidos, juegos creativos, muchas horas de cuentos relajados en el sofá o en las camas. Nosotros tenemos muchas horas de calidad por la noche: tiempo de pareja real (aunque todavía tenemos que trabajar el uso del teléfono, pero eso ya se me va de tema…), tiempo para hacer hobbies. Siempre que me preguntáis: Es que no entiendo cuando tienes tiempo para preparar las cosas del cumpleaños, o para hacer los DIY’s, o para tejer… Pues aquí tenéis la respuesta. Eliminando las horas de televisión en casa.

Eliminar la televisión no supuso únicamente una mejor calidad de vida para nuestras hijas, si no también para los adultos. Alejarnos del sensacionalismo de la televisión es algo que agradezco cada día. Siempre he sido una persona muy sensible y aprensiva. A menudo pedía a Ramon que cambiara las noticias porque me afectaba ver según que imágenes o titulares. Ahora somos nosotros los que gestionamos y filtramos la información. Accedemos a ella sin titulares sensacionalistas. Ejemplo: el coronavirus.

Y por último, aunque no menos importante, el tema estético y organizativo. Os habéis fijado alguna vez que todos los salones se organizan en función del lugar que ocupa la televisión. Cuando pensamos cómo va a ser nuestro comedor siempre pensamos: la televisión la pondremos aquí, por lo tanto los sofás allá, la mesa…etc. En nuestro salón la televisión nos hipotecaba la pared principal y por consiguiente tener que dividir el espacio con los sofás para no perder la luz de las ventanas. Sacar la televisión, poner los sofás en la pared y disfrutar del espacio y del lujo de nuestro salón comedor nos ofrece una calidad que vida que es impagable. 

Pero vamos a lo que sé que os interesa ¿por qué no es buena ofrecerla a niños pequeños? He querido describiros muy brevemente algunos de motivos por los cuáles pedagogías de vanguardia rehusan ofrecer contenidos audiovisuales a niñ@s pequeños:

Según la pedagogía Waldorf, no es tanto lo que ofrecemos a nuestros hij@s como el hecho en sí. Es decir, para que un niño vea la televisión tiene que estar quieto, absorbido por el impacto visual que le está ofreciendo la pantalla. Esto, está reprimiendo su instinto natural de moverse, una necesidad primaria e importantísima para desarrollarse y crecer de manera sana. Además, hace especial énfasis en el mundo de la imaginación y de la creatividad. En las escuelas Waldorf se ofrecen muy pocas imágenes, todo es narrado, cantado o teatralizado, con el fin de que el niñ@ sea capaz de crear en su mente la historia. Si narramos cualquier cuento a 10 niñ@s de un aula, podéis estar convencidos de que su cabeza se habrán recreado 10 cuentos completamente distintos. Según esta teoría ver la televisión/pantallas poco o mucho afectaría del mismo modo a la perdida gradual de la imaginación y creatividad para dejar paso a los estereotipos y modelos que se ofrecen al pequeño. En esta entrevista de 2015 a Susan R. Jhonson podéis leer de manera amena cómo funciona y cómo se desarrolla el cerebro de un niño desde que nace y cómo afecta la televisión). La entrevista hace referencia a un artículo de 1999 del Research Institute for Waldorf Education. En ella podréis encontrar la respuesta a la que muchas me hacéis sobre: Si todos hemos visto la televisión de pequeños por qué ahora es tan perjudicial. Seguramente antes no se sabía lo que ahora sí, ni la televisión tenía la trayectoria que tiene ahora, y ni mucho menos los niñ@s estaban expuestos a los estímulos que tienen hoy en día.

Según la pedagogía Montessori (aunque ésta como tal se describió cuando apenas se había inventado la televisión, así que su teoría poco decía al respecto); pero las asociaciones Montessori sí que se han pronunciado y alertado de los peligros que supone exponer los niños a pantallas. Mientras lo hacen están perdiendo las oportunidades de tener contactos reales con personas así como desarrollar sus habilidades cognitivas, verbales, sociales y emocionales.



Y poco más me queda por añadir a este post que ya se ha hecho más extenso de lo que me gustaría. Ayer por la mañana os contesté a muchas preguntas mas personales que me hicisteis, y solo me gustaría resaltar dos cosas que para mi son esenciales:

Cuando ofrecemos una pantalla a un niño para que aprenda algo siempre será mejor que lo aprenda de otra manera. Si lo hacemos, debemos de tener claro que es para satisfacer necesidades adultas o situaciones que nos superan. Y no está ni bien ni mal, cada familia, cada madre y padre sabe lo que puede y no puede asumir. No pasa nada si las usamos como ayuda, yo lo he hecho. Y cuando he tenido la situación más controlada las he ido retirando poco a poco. Siempre he tenido claro que no quería aislar a mis hijas del mundo tecnológico en el que vivimos, pero que tampoco quería que fuese algo de su día a día.

La crianza se hace muy dura a veces, y estamos cansadas y agotadas. A veces se nos complican las cosas y queremos que coman, y queremos tener la casa perfecta, y tener tiempo para descansar nosotras, o para conseguir que los viajes en coche no sean un verdadero infierno. No tenemos que fustigarnos con ello si las hemos usado para salir del ojo del huracán. Tenemos la suerte de vivir en la era de la información y saber qué provoca y que beneficia o no aquello que hacemos. Y una vez sepamos qué y cómo queremos criar y vivir con nuestros hijos podremos tomar las decisiones oportunas. Al principio se puede hacer duro, pero con el tiempo, creedme lo que se gana es infinitamente mejor.

Cualquier niño va a preferir mil veces pasar tiempo de calidad con nosotros que estar delante de una pantalla, así que si queréis ir reduciendo el tiempo de exposición, solo tenéis que poneros a jugar con ellos, limitar su uso y poco a poco ir creando nuevas rutinas y relaciones con las pantallas.

Espero que os haya servido de ayuda, como siempre leo y contesto en comentarios (aquí y en Instagram), y también, como siempre, os pido que si os gusta este tipo de contenido me ayudéis a difundirlo y a apoyarlo para que pueda seguir haciéndolo mucho más tiempo.

¡La televisión echa a perder los sentidos en la cabeza! ¡Mata la imaginación! ¡Satura y obstruye la mente! ¡Hace al niño tonto y ciego. ¡Es incapaz de distinguir la fantasía! ¡Un mundo de hadas!

¡Su cerebro se derrite como queso! ¡Su poder de pensamiento se oxida y congela!

Extraído de Charlie y la fábrica de chocolate de Roald Dahl, 1964



Fuente: este post proviene de Estoreta, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado:
¿Qué te ha parecido esta idea?

Esta idea proviene de:

Y estas son sus últimas ideas publicadas:

¡Hola a todas! hoy os traigo un nuevo post de algo que forma parte del día a día de todas las familias: cocinar con niños pequeños. Seguro que todas las que tenéis peques en casa estáis de acuerdo con ...

¡Hola a todas! Por aquí os comparto una nueva escapada para hacer en otoño (o en cualquier época del año) LA VALL FOSCA. Es un sitio mágico, tranquilo y desconocido que seguro que os enamora. Además t ...

¡Hola a todas! Una semana después de nuestro viaje a París, os dejo por aquí el itinerario que seguimos. En total fuimos cinco días, de miércoles a domingo. ¿Cómo llegar hasta París? En esta ocasión n ...

¡Hola a todas! hoy os traigo un nuevo post de algo que forma parte del día a día de todas las familias: cocinar con niños pequeños. Seguro que todas las que tenéis peques en casa estáis de acuerdo con ...

Etiquetas:

Recomendamos