En las casas se guardan túnicas espartos y capirotes y se sacan los trajes de flamenca. Toca lavarlos, plancharlos y probarlos…ufff, eso es lo peor…que suba la cremallera por favor,…que suba…
Quizás este año no toque hacerse traje nuevo, pero se suele actualizar los de otros años con complementos nuevos o diferentes.
La ciudad se llena de color. Escaparates, anuncios publicitarios, autobuses, comercios…a todo se le pone un toque de lunares y farolillos.
Es habitual entrar en cualquier establecimiento y ver que ha sido decorado con algún referente de la Feria….así que tenía que dotar a Ágape de ambiente feriante.
Aquí no tuve que pensar la idea. Ya en el anterior Ágape de la Buhaira vestí las botellas de vino de flamencas.
Las saqué y me pasó igual que cuando vemos nuestros trajes de flamenca de otros años. Habían pasado 4 años y las veía poco actuales y sosas. Pero bueno, sólo se trataba de trasformarlas un poco, darle más detalle.
Pues manos a la obra. Plantilla del cubre botellas, tijeras, pegamento y restos de telas y toda clase de trocitos de encaje, tiras bordadas y piquillos.
Este es el resultado de combinar todo esto con imaginación.
Tocaba ponerlas en su escenario. En Ágape ya sonaban las sevillanas para recibirlas.
Se han colocado en la parte alta de la pared igual que los nazarenos, por eso quería dotarlas de más detalles, para que se vieran mejor….para que lucieran como nosotras lucimos cuando nos ponemos un traje de flamenca: guapas, alegres, ¨seguras, elegantes y con un caminar diferente…así es como yo me siento de gitana.
Tienes curiosidad por verlas? Ágape, calle Antonia Díaz, 2, Sevilla