Si este post lo hubiésemos escrito hace un mes y medio, os contaríamos con una fiesta de por medio, que este año ha sido seguramente el mejor de emmme, que teníamos grandes proyectos entre manos y que estábamos notando el paso de la barrera de los 5 años. Hoy por hoy, seguimos en ese mismo punto, pero los meses venideros están llenos de miedos, incertidumbres y un reseteo total para intentar ajustarnos a la nueva realidad. A pesar de todo esto, queremos verlo como una nueva oportunidad y aquí vamos a seguir luchando día a día por ello. Qué curioso que la vida slow haya tenido que imponerse de esta manera. Ojalá nos hubiéramos dado cuenta de otra forma, sin la necesidad de tanta pérdida y tanto dolor. Quizá teníamos la brújula con un norte distorsionado, no éramos conscientes de que lo teníamos todo y queríamos siempre más, en esa rueda que no paraba de girar.
Y de golpe, ¡pum!.
No podremos ir a la playa esta Semana Santa pero pedazo viaje nos estamos haciendo a nuestro interior, cuánta curva y qué mareo. No queremos romantizar la situación, pero ya que ha sido así, estamos intentando aprender y ver aquello que está en nuestras manos para poder cambiar a mejor.
Como los proyectos empiezan a aflojar, estamos dedicándole tiempo al corazón de emmme, dándole oxígeno, cuidándolo desde dentro para que cuando salgamos lo haga lleno de vitalidad y quizá con una nueva forma de hacer. Últimamente estaba sometido a mucho estrés y aunque iba a tope, en cualquier momento podía colapsar. Así que, si el quinto ha sido el año de mirar hacia fuera, el principio de este sexto va a ser seguramente el de mirar hacia dentro.
Deseamos con todas nuestras fuerzas que dentro de un año podamos volver a hablaros desde esta ventana, y para eso os necesitamos, ya que solo va a ser posible si seguís ahí, apoyándonos, contratándonos y haciéndonos (ya no os pedimos crecer) sobrevivir como empresa.
Es el momento de ayudarnos como comunidad, nosotras siempre tendremos la mano tendida a quien pueda necesitarnos. Tenemos la convicción de que de aquí saldremos más fuertes como sociedad, lo estamos viendo, ya está pasando. Y cuando esto empiece a pasar os pedimos que, si tenéis capacidad, apoyéis a la pequeña empresa, al carpintero de vuestro barrio, a vuestro primo el ilustrador, que estos meses siguen pagando autónomos para que se puedan comprar mascarillas para nuestros sanitarios. Movamos entre todos a nuestra escala la economía, no nos dejemos morir.
Por otro lado, otra cosa que no está enseñando esta crisis es la importancia de nuestras casas. Incluso a nosotras nos ha abierto la mente a nuevas necesidades y maneras de hacer, a pensar las casas como microsistemas que tendrán que adaptarse a nuevos escenarios hasta ahora inimaginables. Ya no nos vamos a meter en el tema de cómo esto deberá influir en las arquitecturas y la forma de hacer ciudad del nuevo presente, porque eso da para otros 3 posts.
Es esta pequeña escala, la de la vivienda, la que hoy está soportando el peso de nuestro día a día, en la que nosotras y nuestros compañeros de profesión podremos intervenir aprendiendo de los errores presentes y haciéndolas mucho más habitables, acogedoras y resolutivas. Cuánto estamos valorando ahora nuestros hogares, la sensación de estar a salvo entre sus paredes, el poder tener una terraza o que entre un rayito de sol por la ventana Y cómo nos estamos dando cuenta de que esto es solo de privilegiados y que la vivienda no debería ser un lujo, sino un derecho.
Y si nos dejáis, podríamos seguir aquí, saltando de tema en tema durante un buen rato más, pero es que solo veníamos a contaros que hacemos seis años :)
Os esperamos para soplar las 7 velas del próximo.
¡Gracias familia!