En esta ciudad japonesa, situada a 300 kms al norte de Tokio, tienen pocas horas de sol por lo que la utilización de la luz natural como fuente principal de iluminación fue uno de los condicionantes clave del proyecto. Una ventana larga y delgada da la vuelta por completo alrededor de toda la casa, como si de una cinta (ribbon) se tratase, y se convierte en la principal entrada de luz de la casa.
Esta "cinta" envuelve la casa a modo de lazo y la divide en dos mitades, la inferior en negro y la superior en blanco. La distribución interior de la casa aprovecha esta ventana corrida de distintas maneras: en la planta baja (comedor, cocina y estar) la alumbra desde arriba, y en la planta superior (dormitorios) se convierte en una ventana a ras de suelo. Otros huecos de ventana se abren en la fachada de la planta superior y en la cubierta para permitir más entrada de luz.
Los materiales adoptados para el interior de la vivienda, como son la madera de pino y el revestimiento blanco, se han elegido para resaltar la luminosidad de la casa.
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