¿Playa o montaña?
Pues la verdad, no lo sé. ¿Es necesario escoger? ¿Cuál es el fin?
A veces soy playa. Y otras, montaña.
Pero siempre, yo.
Hoy, desde una casa de campo y mar con luz propia. Y esto último no es una metáfora. Empieza el día con el permiso de la brisa del mar y con el hormigueo de la hierba salvaje en la planta de los pies. Todo al unísono. Y sin obstáculos ni contratiempos. La energía fluye por fuera y por dentro. El de hoy es un refugio blanco en el que también se experimenta con el color del año según el instituto Pantone: el Marsala. Bienvenidos a un escenario en el que es posible ser un indeciso y quedarse con el campo y el mar sin tener remordimientos.Sed felices,
Vía