Trancoso se hizo conocido hace veinte años como lugar de escapada hippie. Un antiguo pueblo pesquero que se puso de moda entre los brasileños más top que buscaban esconderse en sus playas vírgenes (algo así como Ibiza en España). La zona sigue conservando su esencia con sus pequeñas casas de madera bajas pintadas de colores, sus calles empedradas y sus caminos de tierra.
Cas Tiba era un antiguo taller de cerámica transformado ahora en 500 metros de alojamiento con piscina y rodeado por un bonito jardín con plátanos, palmeras y flores. Los muebles de la vivienda están hechos de piedra y maderas locales, elaborados por artesanos de la región (para mí es ahí donde radica su belleza). Pese a su simplicidad, está perfectamente equipada para satisfacer los deseos de los huéspedes más exigentes.
No hay duda sobre lo espectacular de sus exteriores, es como para tumbarse en una de sus hamacas y quedarse eternamente en plan vida contemplativa. Pero ¿habéis visto los dormitorios?, ¡ainss! esas camas con dosel y vistas al jardín, tampoco tengo claro si sería capaz de salir de una de ellas.
Se me ocurre que en breve llegará la época de bodas, ¿no os irías a un sitio así de luna de miel? Es obvio que yo sí, aunque quizás no querría volver después. Ahora que lo pienso, en junio hago 15 años de casada, así que hago saber a ese señor guapo con perilla que sé que está detrás de la pantalla leyendo mi post, que me encantaría ir a un lugar así. ¡Ahí lo dejo! :-)
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