¿La razón?
Una madre representa el hogar, y nuestro principal objetivo es renovar espacios para convertirlos en ese lugar especial donde estar a salvo, confortable y tranquilo como cuando estabas con mamá.
Las primeras celebraciones del Día de la Madre se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidóny Hades.
Así que aprovechando esta semana tan especial os mostraremos detalles de la arquitectura griega que os servirán de inspiración para crear hogares llenos de calma y paz.
Empezamos...
El centro de un hogar griego es el patio interior, este se caracteriza por paredes encaladas blancas como protección contra el sol y elementos en tonos azules, combinado con suelos de barro, vasijas y elementos cerámicos y vegetación.
El azul es el color que asociamos a la simpatía, armonía, la confianza y fidelidad.
El cielo azul también lo eleva al color de lo divino y lo eterno.
Al ser el color frío por excelencia se asocia a estados de pasividad y sosiego...y por lo tanto paz, de aquí, que se haya elegido el azul para banderas como la de Naciones Unidas.
Junto con el blanco es el color de la inteligencia, ciencia y concentración.
Los materiales que se utilizaban en el interior eran paredes enlucidas de cal, suelos de barro o tierra aplanada.
Jarrones, botellas de perfume u otros objetos cotidianos colgaban, junto a pinturas, que vestían las paredes, y alfombras y cojines cubrían el pavimento.
Se iluminaban a base de lamparas de aceite, arcilla o bronce.
El mobiliario era básicamente de madera, predominando sillas con respaldos altos y curvas, baúles, bancos con cojines textiles, mesitas de tres patas con incrustaciones de marfil y sofás tapizados con colores vivos. Una silla característica griega era la llamada “klismos”.