Su encanto está en los motivos florales en textiles, papel pintado y accesorios, que combinados con paredes blancas, hacen que la casa mantenga ese aire campestre de antaño.
Es perfecta para escapadas de fin de semana lejos de la ciudad, sus modernidades y tecnologías, y estar en contacto con la naturaleza. Está llena de elementos originales como la cocina de leña, la alacena, muebles y carpintería antigua a la que sólo se le ha dado una mano de pintura.
A pesar de haber muchos elementos en la decoración, no resulta agobiante ni pesada, todo lo contrario. El secreto está en los tonos claros de paredes y techos, pintados de blanco.
Difícil quedarse con una habitación, ¿la cocina, el dormitorio, la entrada, el jardín?...
¿Tú con cuál te quedarías?
En el próximo post... Antes y después de un ático de 20 metros
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