Próximos a terminar octubre y a la celebración del día de difuntos, recupero
unas fotografías del romántico Cementerio de Montmartre que tomé durante
mi viaje a París a principios de este año.
Un post con el que participo en la última edición de Hoy Compartimos...
que en esta ocasión está dedicada a Halloween o a las celebraciones no tan
festivas propias de esta fecha y más próximas a nuestra cultura.
Los cementerios fuero prohibidos dentro del recinto de la ciudad de París a
finales del siglo XVIII por los riesgos sanitarios que conllevaban, creándose a
partir de entonces cuatro cementerios en el extrarradio, uno por cada punto
cardinal: el Cementerio de Montmartre al norte, el de Père Lachaise en el
este, de Passy en el oeste y el de Montparnasse en el sur, aunque el
crecimiento de la ciudad los dejaría finalmente dentro del casco urbano.
El aspecto romántico y evocador que han ido adquiriendo con el tiempo y los
ilustres personajes que descansan en ellos los han convertido en unos de los
lugares más visitados de la Ciudad de las Luces.
El más famoso y visitado del mundo es el de Père Lachaise donde están
enterrados Cyrano de Bergerac, Proust, Molière, Apollinaire, Oscar Wilde,
Honoré de Balzac, Chopin, María Callas, Édith Piaf o Jim Morrison.
Pensábamos haberlo visitado pero por falta de tiempo finalmente optamos
por el de Montmartre ya que nos pillaba muy cerca del apartamento
donde nos hospedamos.
Inicialmente el cementerio ocupaba una pequeña vaguada entre tres
colinas llenas de árboles, un espacio aislado y tranquilo en palabras de
Guy de Maupassant. Pero el crecimiento de la ciudad imponía la creación de
una calle que diera acceso al otro lado de la vaguada, la calle Caulaincourt,
y ésta debía atravesar el cementerio salvando su desnivel para lo que se
construyó un puente, el primero de acero de París, con 135 metros de largo
y 16 de ancho, bajo el cual quedaron algunos mausoleos del cementerio.
El puente, pintado en azul verdoso decolorado por el tiempo, es hoy uno
de los elementos más característicos y representativos del cementerio.
El cementerio de Montmartre representa al París artístico y bohemio, con
construcciones que el paso del tiempo ha tornado en románticas y lo han
convertido en un lugar apacible, agradable para pasear por sus calles y
avenidas designadas con nombre propio.
Allí se encuentran las tumbas de Stendhal, Zola, Offenbach,
Truffaut, Nijinsky... con relieves o esculturas.
Y otras menos ornamentadas que la hiedra o el musgo han decorado
bella y naturalmente.
Son muy frecuentes los adornos de flores de porcelana cuyos colores han
ido adquirido esos suaves tonos que la exposición al exterior otorga.
No todas las tumbas son antiguas por lo que las flores naturales y
plantas también abundan.
Encontramos espacios curiosos como esta pequeña rocalla realizada
con cantos rodados, algunos pintados a mano.
No es un cementerio exclusivamente cristiano, son muchas las tumbas
judías con las características piedras depositadas sobre ellas.
Me encantó la sencillez de la tumba que sigue, con sus piedras blancas
delicadamente dispuestas y ese pequeño olivo, árbol que en la cultura
judía simboliza la esperanza en la Paz.
Nunca había visto tan de cerca cuervos de gran tamaño, pero allí estaban
dando con su presencia y sus graznidos un auténtico ambiente de cementerio.
Como curiosidad deciros que en París existe una asociación llamada Lécole du
chat dedicada al cuidado de los gatos que viven en cementerios y parques.
Así estaba de orondo y feliz el minino rubio de la siguiente imagen.
En mi próximo viaje a París visitaré el Père Lachaise que seguramente será
también precioso, pero el cementerio de Montmartre siempre tendrá un lugar
especial en mi memoria.