Claves de la decoración estilo shabby chic
¡Pocos estilos hay tan femeninos y románticos como el shabby chic! Un estilo que se inspira en la época victoriana, cuando las grandes casas de campo británicas daban a sus muebles viejos un look más actual al entremezclarlos con otros más contemporáneos. De ahí que la decoración shabby chic sea una mezcla entre lo campestre y lo clásico - entre lo desgastado y lo sofisticado -, convenientemente endulzado con tonos pastel y flores a mansalva.
Habitualmente, se suele confundir este estilo con otros que también son “chic”, como el cottage chic o el dirty chic, y es que es verdad que son primos pero no clones. El primero se diferencia del shabby en que abusa más del beige y tostado en lugar de los pasteles, además de tener influencias gustavianas y provenzales (es más francés). El segundo se caracteriza por lucir paredes desconchadas y muebles en su estado original, por muy desvencijados que éstos estén.
Blanco total
El blanco es el gran protagonista de una paleta de colores que arriesga más bien poco - por no decir nada - y que veremos en la mayoría de los muebles. Complementan esta paleta los tonos pasteles, como el rosa empolvado, el verde mint, el azul suave o el siempre elegante gris. Son colores que encontraremos principalmente en textiles o pequeños complementos, aunque también pueden servir para dar acento a un mueble especial.
Como ves, el objetivo es crear una casa lo más luminosa posible de forma que los ambientes parezcan limpios, frescos y muy amplios, y donde los detalles románticos destaquen aún más.
Muebles desgastados
Los muebles de corte clásico son el icono de este estilo. Eso sí, son muebles tuneados, a los que se les aplica una pátina blanca desgastando sus bordes para recrear el paso del tiempo (a veces, no hace falta porque ya tienen estas evidentes huellas por sí solos al ser piezas antiguas).
Acabados que, sin duda, habrás visto en miles de cuentas de Instagram gracias al tirón de la pintura a la tiza. Su éxito radica en que, en un abrir y cerrar de ojos, conviertes una pieza clásica y oscura en otra completamente diferente, ligera y campestre. ¿Y quién no tiene alguna pieza heredada, de esas que nadie quiere por pesada?
Pero no todo debe ser clásico, sino que este estilo sabe mezclarse, y muy sabiamente, con muebles actuales de líneas más rectas o con otros de hierro o fibra. Una forma de lograr espacios más personales y vividos.
Detalles elegantes
Como habrás comprobado, el estilo shabby chic no es para nada minimalista, más bien todo lo contrario. Por eso, podrás usar y abusar del dorado en forma de elegantes detalles, como candelabros antiguos, marcos labrados de fotos o espejos victorianos bien envejecidos. Unas composiciones de láminas retro o relojes antiguos pondrán el acento en las paredes.
Pero recuerda que el juego está sobre todo en el contraste. Imagina, por ejemplo, combinar elementos ramplones, de uso cotidiano y origen campestre (regaderas, sifones, cestas, etc) con arañas de herencia. ¡Brutal!
Flores por doquier
No pueden faltar. Son un elemento esencial en la decoración shabby chic, pues es lo que aportará ese halo romántico y femenino al ambiente. Así que llena las habitaciones de ramos de flores naturales de cualquier tonalidad (las rosas quedarán magníficas). Aquí es donde el color puede y debe vibrar. Y no te cortes con los jarrones. Puedes usar uno XXL o bien seleccionar un conjunto de vasos y tazas donde colocar flores sueltas.
También puedes encontrar flores estampadas en el papel pintado y por supuesto en las típicas vajillas antiguas. Pero principalmente será el textil el que luzca estas flores diminutas estilo Liberty: sábanas, colchas, cojines, tapicerías o alfombras. La verdad es que nada se escapa a la fiebre floral.