¿Te crea situaciones incómodas el momento regalos de navidad entre tus hijos y familiares? ¿No estás de acuerdo con los juguetes que hacen a tus hijos pero te sientes mal por decirlo? ¿Piensas que reciben demasiados juguetes y que después no los usan o valoran? Perfecto, ¡sigue leyendo, este es tu post!
Si por el contrario…
No te remueve nada lo leído anteriormente, crees que es una exageración o que no quieres decir nada porque es un regalo, ellos eligen y lo hacen con toda la ilusión del mundo, ¡nos despedimos aquí!
No es para nada mi intención intentar convencer a nadie, ni por supuesto transmitir que nuestra manera de hacer es la correcta. El único motivo de este post es dar respuesta a todas aquellas que siempre me escribís contándome lo cuesta arriba que se os hace lidiar con el momento regalos hijo-familia.
¡Así que vamos allá!
Antes de daros algunos tips, me gustaría poner en contexto la situación. Es decir, ¿por qué nos pasa esto? ¿Por qué nos resulta tan violento decirle a nuestra madre, suegro, tía, hermana… que no queremos según que regalos para nuestros hijos? Que no queremos tantos juguetes, o que no queremos que cada año el paquete sea más grande o que incluya estereotipos o valores que como familia no compartimos. ¿Por qué nos cuesta tanto?
En mi humilde opinión responde a la poca educación emocional que hemos recibido. No solo nosotros, nuestros padres, nuestros abuelos, y un largo etcétera. Una mochila que llevamos todos a cuestas que nos impide abrir nuestro corazón al otro, y sobre todo cuando ese otro es nuestro padre o madre. Hacerles caso siempre y no cuestionar es una de las cosas que más tenemos interiorizadas. Pero además se le suma otro aspecto, y es que en el momento de convertirnos nosotros en las madres/padres y si decidimos hacer las cosas de otra manera, de algún modo, y de manera subconsciente pueden sentirse atacados por creer que del modo que ellos lo hicieron estuvo mal (¡o que nosotros pensamos que estuvo mal!).
Es un tema complejo, y además de esto que os acabo de comentar también afectan muchos factores como el querer transmitir el cariño por cosas materiales, ser el que ofrece el regalo más grande, o el que consigue crear la reacción más esperada… Cada uno lleva su mochila, y cada uno está en un punto distinto de su trabajo personal. Poco podemos hacer por intentar cambiar al otro, pero sí que tenemos mucho margen por cambiar en nosotros mismos.
Mi gran consejo siempre es: anticiparse y hablar de manera abierta desde la empatía y la comprensión. Sería algo como seguir los mismos pasos que siempre recomienda Miriam Tirado que hagamos delante de la rabieta de nuestros hijos. Primero conecta con el, y después ofrécele alternativas.
Lo que hay que conseguir transmitir y que les llegue a esos familiares, de una manera empática y comprensiva es que para vosotros los juguetes, juegos y materiales con los que juegan y conviven vuestros hijos SON MUY IMPORTANTES. Que le dais la misma importancia a lo que comen, a la escuela que van, el contenido que ven en la televisión o sus actitudes. Que no queréis que la Navidad se centre en los regalos, si no que queréis que se centre en pasar tiempo juntos, en hacer todo aquello que nunca tenemos tiempo, en repetir rituales año tras año. Podéis incluso proponerles que ellos mismos creen un ritual con sus nietos/sobrinos/ahijados. Que por ejemplo, uno de los regalos que destape el calendario de adviento sea siempre hacer aquella actividad con el tío/abuela, etc. Intentar transmitir qué eso es lo importante, y una vez ya hayáis conectado con ellos hacerles ver el lado oscuro de los juguetes que no queréis que tengan. Por aquí os dejo también el post que escribí con ideas no materiales para poner en el calendario de adviento
Aquí tenéis la regla de los 4 regalos, que pueden ser 4, 5 o 6. Pero que al terminar el día de Navidad, Reyes o la tradición que celebréis, el niñ@ sea capaz de recordar y valorar aquello que se le ha regalado. Que sea algo esperado y deseado.
Después vendrá lidiar con el TIPO de juguete que reciben, y esto, sin duda es más complicado. Hacer entender que el regalo es para quién lo recibe y no quién lo da; que seguimos mostrando gratitud, pero que aquello que reciben nuestros hij@s puede (y según mi criterio, debe) pasar por la aprobación de sus padres. Decidir todos juntos qué va a recibir el niñ@ aquellas navidades, ofrecerles varias propuestas para que la persona pueda elegir, y sobre todo, como os he dicho al principio, hacerlo desde una postura de empatía, de confianza, de trabajo mútuo y con todas la buenas intenciones.
Lo sé, seguro que estáis pensando qué bonito queda escrito y cómo se lo cuento yo ahora. Podéis probar todo lo que os he dicho, y si aún así no funciona, les podéis mandar la indirecta de reenviarles este post