Desgraciadamente, este sector es uno de los más castigados por esta crisis, que va a tener que reinventarse en muchos aspectos, y esperamos que lo hagan con cabeza y pensando en los usuarios-clientes-comensales. Nosotras tenemos una serie de ideas dentro de nuestra filosofía slow que podrían darle una vuelta de tuerca a los nuevos espacios gastronómicos.
Poner en valor los productos locales y el medio rural
Y aunque esto es algo que actualmente muchos locales ya ponen en valor, pensamos que debería ser así en cada uno de los bares y restaurantes que pueblan este nuestro país. Apostemos por comida local, de temporada y si nos apuráis, poniendo cara a quién ha hecho posible que disfrutemos de esos alimentos deliciosos. Crearemos un vínculo precioso entre productor, restaurador y comensal que atesoraremos como parte de nuestras vivencias. Esto no significa que no comamos sushi, por ejemplo, sino que lo hagamos con arroz de la Vega del Guadiana y atún de Barbate.
Gráficos atractivos sobre nutrientes y alimentación equilibrada
Pero aún hay mucho desconocimiento sobre este tema, y desde nuestro punto de vista, los espacios gastronómicos podrían hacer una gran labor de información, preparando platos equilibrados e informando sobre sus beneficios y cualidades a los consumidores. De esta forma el mensaje llegaría a mucha más gente y luego cada cual que tome la decisión que crea correcta, pero teniendo la información en su mano.
Zonificación espacial agradable
Creemos que se le puede sacar mucho partido a esta nueva organización de los espacios: tendremos un ambiente más íntimo con nuestros compañeros de mesa; diremos adiós a los restaurante-lata, (en los que estás a 30cm de la mesa de al lado oyendo su vida y tiras la botella de vino con el bolso al intentar sentarte en el banco); nos evitamos olores de otras comidas que impiden que podamos disfrutar con todos nuestros sentidos de lo que hay en nuestro plato; así como un mayor confort acústico. ¿Quién se apunta?
Menos es más
Y esto se aplica también al mundo gastronómico: por favor, no queremos más cartas -¿alguien se ha planteado cómo van a ser las nuevas cartas? porque ahí hay bacterias y virus a tutiplé- con 200 platos de fritanga, preferimos 30 platos bien elaborados y con cariño; nos gustarán tanto que volveremos a repetir una y mil veces. Necesitamos ambientes que nos inviten a la calma y el bienestar, a disfrutar con la experiencia de comer; no son necesarias fotos de todos los platos combinados del universo encima de la barra, sabemos lo que es un huevo frito (si es de corral y ecológico, mejor) con patatas y lomo. Ahí lo dejamos para el que quiera tomar nota.
Cuidado por el ambiente interior y exterior
Si ahora vamos a un local con el ambiente cargado, seguramente pensemos en que no está bien ventilado y tengamos posibilidades de contagiarnos. Si hay mucho ruido, pensaremos que no se están cumpliendo las distancias y aforo exigido. Puede que estemos deseando probar su comida, pero seguramente nos iremos. El ambiente será el talón de Aquiles de muchos locales, pero esperemos que tomen las medidas adecuadas para que podamos seguir disfrutando de ellos.
Hasta aquí nuestras reflexiones sobre una nueva normalidad gastronómica que nos espera en los próximos meses, que no sabemos si llegará para quedarse. Nos quedamos pensando, para un próximo post, en nuestro papel como usuarios de los espacios de restauración.
¿Tenéis ganas de volver a salir a comer y cenar fuera? ¿Cómo os imagináis la nueva realidad de los restaurantes? Nos encantará leer vuestras reflexiones :)