La principal ventaja que supone el color blanco es el impacto que tiene sobre la iluminación. Al ser tan reflectante, una estancia en blanco significa amplitud y claridad, creando una fantástica ilusión óptica de desahogo y orden. El blanco potencia la luz al máximo y es el compañero perfecto de la iluminación natural.
El blanco además "pega con todo". Una combinación estudiada y bien planificada del blanco con otra gama es muy resultona y crea mucho contraste, aunque suele casar mejor con los tonos neutros, creando estancias cálidas.
Precisamente el contraste entre el blanco y los tonos neutros más oscuros se aprovecha mucho en los pavimentos y superficies. La madera marrón o casi negra, por ejemplo, combinada con mobiliario y paredes blancas, realza mucho los espacios.
Blanco, sin embargo, es sinónimo de color poco sufrido y suciedad. Es cierto que se trata del tono que más realza las manchas, las imperfecciones y el paso del tiempo, pero en los últimos años se ha trabajado y avanzado mucho en materiales cada vez más resistentes. Ya no es extraño, por ejemplo, encontrar el diseño de muebles outdoor en este color, con recubrimientos especiales preparados para soportar las inclemencias del tiempo.
El blanco como color base en una composición resulta ideal, muy llamativo y una gran combinación entre lo clásico y lo más vanguardista.
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