El negro es el color de la elegancia, de lo sofisticado y único. Es el color empleado en la noche por su obvia oscuridad. En exceso es abrumador y con mesura y cuidado es el componente ideal para realzar otros tonos.
Una opción valiente y bastante segura es la opción de utilizar el negro en el mobiliario. Su monocroma nos permite aumentar la decoración y complementarla con otros objetos o textiles, siendo además una alternativa versátil y muy fácil de cambiar. Si nos cansamos del negro, siempre podemos recurrir a complementos más coloridos.
El negro en las paredes coge forma con el paso de los años, pero es quizá la opción que más precaución requiere. Utilizando este color se consigue un enorme efecto de profundidad y recorte del espacio, por lo que no es recomendado en estancias pequeñas. Demasiado negro es sinónimo de estrechez y claustro, así que es mucho más recomendable su uso para acentuar algunos rincones o puntos, pintando por ejemplo una sola pared o un trozo de la misma.
En ese poder combinativo, probablemente la opción más en auge es la que se logra con el contraste en blanco. Los textiles y tapices en negro resaltan mucho sobre fondo blanco.
Una opción muy interesante es su uso en el marco de las puertas. Con una estancia blanca, el contraste resulta muy atractivo. Una alternativa muy simple pero a la vez muy sofisticada.
Elegancia y modernidad. El buen asesoramiento de un interiorista que sea capaz de alcanzar el equilibrio de colores nos puede garantizar una decoración en negro estupenda.
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Imágenes vía Pinterest