Esta clase de superficies que han dejado atrás su pasado industrial para convertirse en viviendas de pleno derecho, presentan importantes retos cuando llega la hora de ubicar muebles y accesorios. En este sentido, uno de los fines prioritarios de la decoración actual es el aprovechamiento del espacio, aspecto que en este tipo de edificaciones ya no tiene cabida.
Amparándose en la evolución de los primeros lofts neoyorquinos, habitados por profesionales liberales y por artistas, Andrea decidió inundar su hogar de matices bohemios. Estancias integradas y contrastes cromáticos se dejan embaucar por muebles de inspiración moderna y complementos decorativos procedentes de diversos países.
La pared verde necesitaba la introducción de un cromatismo más vivaz. La madera oscura se convirtió en la elección más adecuada, materializándose en la mesa, las sillas, la vitrina y el baúl, un elemento éste último tallado a mano y heredado de la madre de Andrea, que lo trajo a España desde Hong Kong en los años 60. El tapizado rojo del sofá y los brillos dorados de las cortinas y el espejo se alían con los cuadros, uno de ellos con raíces cariocas.
La planta baja congrega cocina y salón, dos espacios que cada vez difuminan más sus fronteras. El frente de la cocina supera los límites de la originalidad: estanterías de cristal conviven junto a cuadros con motivos florales. El verde de las cortinas que esconden los bajos sirve de contrapunto al gris de la encimera, los complementos y electrodomésticos en inox y la rugosidad tosca de la pared.
La casa dispone de tres dormitorios muy especiales. El principal se sitúa en la buhardilla y es un verdadero alegato a la amplitud. La cama doble está colocada en un altillo bajo una de las tres enormes ventanas por las que se cuela la luz a raudales. A los pies del lecho, reposa una bañera de corte clásico mientras que, al otro extremo de la alcoba, llama la atención el rojo de un espacio tabicado donde hallamos el lavabo y el WC.
Los otros dos cuartos dedicados al descanso no son tan amplios pero continúan marcando el gusto por lo despreocupado, aunque sólo sea en apariencia. Este dormitorio dispone de un excelente balcón y es fiel a la corriente que tiñe de un color diferente tan solo una de las paredes. El rojo vuelve a ser el protagonista de una estancia con baño completo. No hay que perder de vista los pequeños objetos: instrumentos musicales, teteras, amuletos...
Con dos ventanas pequeñas y con menos altura que el anterior, llegamos al tercer dormitorio de la vivienda. Esta vez, es el verde que había dejado en la cocina y el salón el que toma el relevo del rojo. Las pequeñas dimensiones de esta habitación no han impedido que se contengan en ella todas las comodidades. La encimera del lavabo sigue el mismo esquema, al igual que la ducha, encerrada por una mampara.
El aseo de invitados es quizá la única parte de la vivienda que no forma parte de ninguna otra estancia más grande, si no que está completamente aislado. Las prestaciones de este pequeño rincón quedan definidas por el sanitario más íntimo y por una pila rectangular que actúa de lavabo. La nota de color que rompe con la monotonía del frío cemento la pone una lámpara rosa ornamentada con borlas y flecos.
Los otros dos cuartos dedicados al descanso no son tan amplios pero continúan marcando el gusto por lo despreocupado, aunque sólo sea en apariencia. Este dormitorio dispone de un excelente balcón y es fiel a la corriente que tiñe de un color diferente tan solo una de las paredes. El rojo vuelve a ser el protagonista de una estancia con baño completo. No hay que perder de vista los pequeños objetos: instrumentos musicales, teteras, amuletos...