Ahora que las montañas lucenses de los Ancares son Reserva de la Biosfera, no hay excusa para no visitar la zona y conocer la decoración de algunas de las casas de turismo rural que pueblan la zona. La Casa do Crego, en la aldea de Vilaquinte, es un típico ejemplo de conjunto arquitectónico tradicional ancarés adaptado a los nuevos tiempos.
Desde 1992 y después de diez años y medio de restauraciones artesanales, los dueños de la casa han logrado redistribuir y recomponer sus espacios en estancias apropiadas para el descanso del viajero. Dentro de sus prioridades estaba el tratar de respetar el concepto rústico de la vida en la zona de los Ancares. La casa, que llevaba más de 30 años abandonada, está formada por dos plantas en forma de L. En los bajos, donde ahora se encuentran las habitaciones, antes estaban las cuadras y bodegas, mientras que en la parte de arriba los dueños han instalado su vivienda junto a diferentes estancias como la lareira o el pajar, un edificio de dos plantas que antes se usaba para almacenar hierba y aperos.
En el centro de la construcción se ha mantenido en el patio cerrado, el llamado hórreo, para conservar los alimentos a lo largo de todo el año. Su dueño ha reconstruido con sus manos y con la ayuda de sus amigos todas las estancias de manera cuidadosa respetando siempre las maneras y las formas propias del entorno. La madera se convierte en protagonista absoluta de la decoración. En algunos casos, ha sido reciclada de viejos hórreos o de antiguas construcciones, y se ha usado para hacer armarios, puertas, esquineros, soportes, interruptores, camas, etc. Un auténtico lujo para la decoración y también para el ingenio arquitectónico.
En muchas estancias se han aprovechado el espacio para crear salas de estar. En la parte central los bancos de madera se utilizan como mesitas. Las camas se han construido teniendo en cuenta distintas posibilidades. Algunas se han concebido como literas en las que colocar soportes y otras como camas dobles.Lo que antaño fueron hórreos y viejas construcciones, hoy son grandes dormitorios con muebles intercambiables. Camas de madera rústica y bancos multiusos. Los armarios forman también parte de las estructuras recicladas, tanto que hasta las propias estanterías internas se han hecho de manera artesana.
Los baños de la casa son también escenario del reciclaje. Los interruptores han sido hechos manualmente. Con vetas de colores y pequeñas cenefas labradas dan calidez a las paredes de azulejos. De la construcción original datan las pequeñas ventanas, que continúan teniendo las contras de la antigua casa.
El frío de las montañas lucenses no es un problema para los huéspedes de A Casa do Crego. En una esquina de la estancia se ha restaurado la gran chimenea. Por otro lado, Para conservar lo tradicional en la estancia se usan diversos detalles. Este viejo arado adorna las paredes de piedra en el bar.
La barra del bar es un original conjunto de piezas de madera. Trabajadas de manera ingeniosa constituyen un pequeño mueble donde se guardan las bebidas. La estancia se completa con piezas únicas hechas a mano por el dueño de la casa, como los bancos que muestra la imagen.
El comedor mantiene la estructura en dos pisos. Unas originales barandillas de madera rústica los separan. Apreciamos en las estanterías de madera aperos de labranza. En las mesas del comedor encontramos platos rústicos con los frutos de la temporada.
La artesanía de la zona también es un constante en cada rincón. Este pequeño perro realizado en metal y situado en el patio de A Casa do Crego añade un toque de modernidad. La hojalata tiene un tono cobre que no desentona con la calidez que desprende todo el entorno.
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