Las cortinas que visten cada ventana, la ropa de cama o cada uno de los muebles imprimirán un toque actual al dormitorio o al salón; incluso los baños y cocinas quedan al alcance de este estilo. Lo más destacado, sin duda, son los tonos claros o neutros que aportan elegancia y distinción, además de aumentar la luminosidad y agrandar visualmente el espacio.
Aunque el ambiente lo podemos marcar tan solo con los colores de las habitaciones y los materiales o diseño del mobiliario y textiles, el resultado será inmejorable si las paredes están rematadas con molduras. Una chimenea en el salón garantiza un resultado muy acorde con nuestro interés por llevar a nuestro hogar este gusto por lo íntimo.
Los tejidos más naturales
Los revestimientos más adecuados para paredes incluyen la pintura, siempre en blanco, beige o pastel; papeles pintados o entelados, también en colores claros, con motivos florales o imitando tejidos vegetales; y maderas claras para realizar zócalos anchos.
Las ventanas se visten con cortinas y visillos vaporosos elaborados con organza, por ejemplo, o estores de lino con pequeñas iniciales o motivos bordados. En tapicerías para sofás, sillas y butacas imperan materiales como el terciopelo o el jacquard, lisos o con motivos florales. Las mantas y cojines, que ayudan a crear un ambiente entrañable, serán de algodón, lana o seda, tejidos que aúnan la elegancia con la suavidad. El contraste lo encontramos entre la tapicería y los complementos.
Las alfombras de lana y las mesas cubiertas con manteles de lino o algodón darán el toque definitivo a cualquier salón o comedor, y harán sentirse a los invitados como en casa.
La madera siempre presente
La protagonista en todos los rincones es la madera de tonos claros, lisa o con patinados y decapados, siempre mostrando un aspecto natural y, en ocasiones, envejecido. Destacan las consolas para los recibidores, y los escritorios, que ayudarán a diseñar un rincón de trabajo e intimidad en salones o dormitorios.
También es imprescindible como materia prima del mobiliario de la cocina, donde se acerca a los estilos rústico y provenzal. Una idea práctica es colocar soportes que dejen a la vista tanto utensilios de cocina como botes y especieros. Las vigas vistas harán que el paso por esta estancia no se limite a la hora de la cocina, sino que se convertirá en un lugar de reunión. La calidez la conseguiremos colocando cojines de rayas, flores o cuadros a las sillas del office.
En los dormitorios, encontramos la madera en mesillas de noche, estantes, cómodas y camas. Asimismo, el lugar de descanso admite los cabeceros entelados o en forja, pintada de blanco o negro. Pero, sin duda, el elemento imprescindible en un dormitorio al más puro estilo romántico es el dosel o la mosquitera. Aportará a nuestra cama una innegable distinción. El textil del dormitorio, además de cortinas y cojines, comprende colchas y edredones, lisos o con flores. El interior del armario puede recubrirse de papel o tela y, si tiene pequeñas superficies de cristal, es una buena idea colocar pequeños visillos en la parte interna.
Los complementos perfectos
Las lámparas o apliques se muestran con pantallas de tela y, para los más atrevidos, con lágrimas de cristal o pequeños abalorios que aportan la nota de color. Las flores, recién cortadas o secas, y aptas para cualquier estancia, también aportan calidez al ambiente; el vidrio liso las mostrará en todo su esplendor.
Los cestos de mimbre o rafia aportan la solución al almacenaje en los baños, tanto para las toallas, como para los productos de aseo. También podremos guardar las fotos o recuerdos en cajas decoradas de diferentes tamaños.
Las vajillas y cristalerías que encontraremos en la alacena serán sencillas, lisas o con finos ribetes, sin la ornamentación que ya muestran en la mesa los manteles y otros complementos como servilleteros, flores o velas.