Lo que encierra el término ibicenco va más allá de una simple expresión decorativa o arquitectónica, ya que llega a influir incluso en las costumbres y en la moda. Blanco, volatilidad, suavidad, luz. tienen como fruto esta sencilla pero hermosa tendencia que nos transporta a un mundo cargado de relax y buenas vibraciones.
Los inicios del estilo
En la actualidad las paredes blancas y las vigas de madera, esenciales en la arquitectura rural de Ibiza, siguen enamorando a todo el que llega a esta maravillosa y cautivadora isla del Mediterráneo.
El origen de este tipo de construcción está, según los expertos y estudiosos, en el tipo de edificios propios del Neolítico en la zona de Oriente Próximo. Posiblemente, este tipo de vivienda fuese importada hasta esta isla por los fenicios, esos grandes comerciantes y navegantes que consiguieron desarrollar este tipo de arquitectura a partir de las casas que encontraron en Mesopotamia y Egipto.
El arco es un elemento en la construcción ibicenca que no pertenece a esta época y que fue adaptado posteriormente. Casi con total seguridad, fue introducido en el último período púnico y ha sobrevivido hasta nuestros días como una forma característica de este tipo de casas.
Sencillo y noble
Al hablar del estilo ibicenco no podemos evitar pensar en la utilización de unas formas geométricas casi puras. Unas proporciones racionales en función de la persona y la supresión de todo lujo innecesario hacen de este movimiento una destacada forma de expresar sencillez y libertad.
Destaca el hecho de que esta corriente se haya puesto de moda en los últimos años, lo que ha provocado la obsesión por conseguir crear ambientes que transmitan esa frescura tan característica de este estilo.
Espacios amplios con elementos de formas suaves y el color blanco como protagonista son las señales inconfundibles de esta corriente que, aún caracterizándose por su campechanía y naturalidad, muestra verdaderos rasgos nobles.
Derroche de personalidad
Cada uno de nosotros aportamos a nuestro hogar ese toque personal que le hace tan nuestro, tan cercano a nuestra forma de ser. El estilo ibicenco, a pesar de encontrarse cercano al minimalismo, tan de moda últimamente, es fácil de encajar en nuestra vivienda y darle esa aportación original y propia de cada individuo.
Por lo general, es una tendencia que identificamos con la playa, el verano y el calor, con esa sensación de relajación que nos producen unas gratificantes vacaciones. Es habitual encontrar este tipo de vivienda y decoración en las Islas Baleares, siendo ésta su tipo de casa característica.
Sin embargo, parece que otros puntos de España comienzan a seguir esta estructura y elementos definitorios del arte ibicenco para sus construcciones. No lo veremos en la arquitectura del centro urbano de grandes ciudades como Madrid o en la zona norte de España, donde este tipo de vivienda sería un tanto incómoda o incluso chocante, pero sí existe en cierta medida en el interior de muchos hogares españoles a través de objetos de decoración como telas coloridas en sillones, cortinas hechas con cuentas de cristal y, evidentemente, una composición mural presidiendo el salón, generalmente de pladur o escayola.
Donde sí puede encontrarse esta estructura arquitectónica es, aparte de las islas Baleares, en nuevas urbanizaciones o pequeñas propiedades unifamiliares de la costa sur española o en el interior de la Península donde sus adeptos parecen haber encontrado en este estilo la armonía y serenidad tan buscadas en estos tiempos.