Siempre que las chicas de Diario Deco me invitan a "pasarme por su casa" me apunto sin dudarlo porque aquí me siento muy cómoda. Sin embargo hoy me apetecía darle la vuelta a la tortilla y ser yo quien las invita a mi hogar, al menos virtualmente, y ya de paso hacer un home tour por ella, que aunque ya había enseñado algunos rincones en mi blog, nunca la había mostrado al completo en una única entrada.
Se trata de la segunda planta de una finca del siglo XVIII, situada en el casco histórico de Cádiz, por lo que a la hora de reformarla nos encontramos con muchos metros, unos techos altísimos y algunas zonas con suelo hidráulico, pero también con una estructura un tanto peculiar con habitaciones desproporcionadas y una distribución poco práctica.
Por eso a la hora de adaptarla a nuestras necesidades hemos intentado acondicionarla para la vida de una pareja joven pero respetando su esencia de vivienda tricentenaria, cosa que seguimos intentando ya que todavía no hemos terminado de reformarla.
Uno de sus peores puntos es el recibidor. O, mejor dicho, el "no-recibidor", porque como veis, se accede directamente al pasillo. Por eso resultó todo un reto solucionar todas las necesidades que suele implicar esta zona de la casa. Os conté cómo los conseguí, con presupuesto low cost, en "Cómo sacarte un recibidor de la chistera".
Al entrar, justo a la izquierda, nos topamos con el salón, un espacio amplio al que dimos un cambio de look integral hace poco (os mostré el "Antes y el Después" en "Adiós, juventud"), aunque sin lugar a dudas el elemento más destacable son las estanterías flotantes retroiluminadas, que os enseñé a construir en "Prácticamente magia".
Lo decoré con el objetivo de convertirlo en el lugar idóndeo para disfrutar de mis tres aficiones preferidas: la lectura, la música y el cine (tenemos un proyector antiguo que usamos a menudo).
Creo que probablemente sea el espacio que mejor define mi estilo decorativo: una mezcla ecléctica de estilo industrial y bohemio, urban jungle, piezas de mercadillo (o traídas directamente de la basura) y muchos elementos DIY, como el mueble para guardar cedés que construí con una maleta vintage y unas patas de una silla rota (os lo mostré en "Con la música a otra parte") o la mesa de palet ("Todo lo que siempre quisiste saber sobre las mesas auxiliares de palet y nunca te atreviste a preguntar").
Este eclecticismo se manifiesta también en la cocina, que tiene el comedor integrado. En ella podéis apreciar algunos muebles recuperados, como el aparador o las sillas (podéis ver cómo eran en "Antes y después: las sillas del office") y otros tantos hechos por mí misma, como el jardín vertical de conejitos ("DIY: Un mini jardín vertical") o las lámparas boho ("Rescatar la lámpara de la abuela"), que combinados con una gama cromática de tonos sosegados (blanco, gris y lila) intenta recrear la estética de una cocina de campo en la ciudad.
El baño es, sin lugar a dudas, la habitación que más quebraderos de cabeza me dio. Un espacio minúsculo y absolutamente desfasado que intenté adaptar al siglo XXI maximizando su espacio, creando zonas de almacenaje y, por si fuera poco, dándole un aspecto relajante y orgánico. Visteis los cambios en "Antes y después: mi mini baño".
Mi recorrido termina en el dormitorio principal, mi oasis particular, del que también os mostré los cambios en "Antes y después: mi dormitorio". ¿La decoración? ¡Lo mínimo! Una cama tipo tatami, una alfombra de trapillo y una colcha vintage...
Y eso es todo por ahora, porque quedan un par de dormitorios y el estudio... Pero están todavía "en fase de construcción", así que os los enseñaré más adelante. Así que me despido por ahora. Un besazo a las chicas de Diario Deco y mil gracias por invitarme de nuevo a vuestro espacio, siempre es un placer.
Fotografía: Marta de Beauvoir para Canela y Naranja | Todos los derechos reservados
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