Un reloj de flores es una cara de reloj grande decorativo formada por macizos de flores, generalmente montados en parques u otras áreas de esparcimiento público.
El primer reloj floral fue idea de John McHattie y relojero James Ritchie. Fue plantado por primera vez en la primavera de 1903 en los jardines de Princes Street, Edimburgo, Escocia, Reino Unido. Ese año la instalación fue compuesta sólo por la mano de la hora: sólo en el año siguiente fue también instalado el minutero. En el año 1905 se añadió un cuco que cantaba cada hora. Poco después, este reloj fue imitado por el resto del Reino Unido y más tarde en varios lugares alrededor del mundo. La verdad es que he visto muchos relojes florales en los distintos viajes que he realizado durante el periodo vacacional y este es verdaderamente muy bonito.
En Edimburgo el mecanismo del reloj se encuentra dentro de la base de la columna que sostiene la estatua del poeta Allan Ramsay, hay a continuación. El primer mecanismo usado recuperadas partes de la iglesia de la parroquia de Elie, en Fife, fue instalado por Ritchie. Un nuevo motor se instaló en 1934 y se mantiene por Ritchie.
Muchos de estos relojes tienen el motor situado en el suelo debajo del sustrato, en el cual se plantan las flores, parece la cara de un reloj con las manos movibles que pueden también plantas de la casa.
El reloj de flores sólo con dos caras por punteros con mismo sistema son en Zacatlán de Las manzanas, Puebla, México. Él tiene dos caras, cada una con cinco metros de diámetro. Fue construido por una empresa local: Relojes Centenario.
Michael Jackson tenía un reloj floral en su rancho, Neverland. Otros relojes florales pueden verse en el jardín de paz internacional, en la frontera de Dakota del norte (Estados Unidos) y Manitoba (Canadá) y en Frankfort, Kentucky, también en los Estados Unidos.
Siempre me han suscitado mucho interés este tipo de relojes, me parece que además de adornar es super curioso y muy turístico tener unos de estos relojes, lo que pasa es que en los últimos tiempos están desapareciendo por la cantidad de dinero que supone su mantenimiento y muchos lugares han decidido suprimirlos para ahorrar en el coste de flores, agua, etc.