El naranja es un color secundario fruto de la unión entre el amarillo y rojo. Por ello, las sensaciones que nos transmitirá estarán a medio camino de las que nos producen éstos. Al ser cálido dará sensación de euforia, de optimismo e incitará a las acciones impulsivas.
Esta capacidad de estimulación nos servirá para animar las habitaciones de aquellas personas con una mayor tendencia a la melancolía. También contagiará a nuestra casa de otras cualidades positivas como la generosidad, la confianza y la amistad. Sin embargo, los tonos muy saturados pueden llegar a sugerir engaño o falsedad.
Estos matices oscuros se han de dejar para detalles muy concretos y en número reducido. Hay que contar con que posee una presencia enorme, que puede hacerse agobiante muy rápidamente. Reducirá los espacios y excitará anímicamente a los allí presentes.
Creando el ambiente idóneo
Un buen truco es ayudarte de los neutros para compensar. Te permitirán incorporar el naranja a cualquier situación y en cualquier nivel de saturación. Los metales ejercerán una función similar y abrirán más aún tu abanico de posibilidades.
Para las grandes superficies emplearemos valores más suaves. En los salones será una buena elección por la impresión de confianza y buena comunicación que le acompaña. Nos ayudará a crear espacios confortables y extrovertidos en los que fluyan las conversaciones con la familia o los amigos.
Este ímpetu que presenta el naranja se transformará en orden si lo sabemos acompañar correctamente. Un dormitorio en el que se incluya el naranja como nota de vitalidad en medio de marrones y violetas se verá perfectamente ordenado, en contra de lo que se podría pensar debido a sus efusivas características.
De la cocina al baño
Se cree que es un color que despierta el apetito, por tanto la cocina será un perfecto huésped para él, siempre y cuando no estemos realizando algún tipo de dieta. Esto se debe a que se le asocia mentalmente con los alimentos, siendo este recuerdo el que provoca el hambre. A la hora de combinarlo entre fogones, siempre podrás usar el blanco o el marrón para relajar el peso visual de nuestro color protagonista.
Su empleo en los baños no es habitual al ser opuesto a los tonos acuáticos, sin embargo, y en pinceladas sueltas, si podremos darle cabida creando interesantes efectos. El alicatado puede servirse de él para crear bonitos dibujos y cenefas por medio de los azulejos. Además, con esto añadiremos originalidad a nuestra casa sin temor a excedernos en el resultado.
Desenfadado y juvenil
Aunque en los dormitorios pueda encontrar hueco, más difícil será que lo haga en los lugares dedicados al estudio. El calor, la intensidad y la falta de reflexión que transmite son los enemigos naturales de estos espacios, siempre que predomine claramente. Ese aire jovial y ardiente será, sin embargo, bien acogido en los cuartos de los más pequeños, siempre que no perjudique su descanso.
Si eres de los que siguen las enseñanzas y advertencias del Feng Shui, procurarás situarlo en el centro de tu hogar. Para ello qué mejor que los salones, en los que producirá un ambiente festivo y distendido. Su elemento de referencia es la tierra, por lo que agradecerá la compañía de marrones y terracotas.