El otoño acaba de despuntar y, en consecuencia, llega también la hora de sacar los paraguas y los chaquetones para las primeras lluvias que han hecho su aparición. Las temperaturas han bajado y se hace necesario dejar las camisas de manga corta por las chaquetas. Es el momento en que la tediosa labor de cambiar la ropa de verano por la de invierno se lleva a cabo. Esta época es perfecta para ordenar el armario y hacer que éste también mude de estación.
La vuelta al cole de los más pequeños es el época idónea para una reorganización del armario. Las veraniegas camisetas dejan paso a las bufandas y a los chubasqueros. Los bañadores desaparecen hasta el próximo verano y las sandalias se cambian por los zapatos de goma. Este proceso puede ser en ocasiones una buena disculpa para clasificar y dejar bien guardada la ropa de verano.
Cajas personalizadas
El mercado pone a nuestra disposición un gran surtido de cajas de diferentes tamaños y formas que nosotros mismos podemos adaptar a nuestras necesidades. Así, podemos comprar cajas de madera en pino virgen y forrarlas en tela o en papel de colores para darle algo de vida a nuestros armarios. También las cajas de papel forradas adecuadamente y con saquitos de olor nos sirven para guardar pañuelos, gorros de playa o accesorios que no ocupen demasiado.
Como tal vez con el paso de los meses y después del largo invierno se nos vaya olvidando qué hemos puesto en cada recipiente, podemos además añadir a cada una de ellas una etiqueta con el nombre de las cosas que hayamos metido en su interior, así tendremos cajas de pañuelos, camisetas, bañadores, etc. En caso de que en casa seáis muchos, también podéis personalizar la etiqueta.
Debajo de la cama
Cuando ya hemos aprovechado cada uno de los huecos disponibles en los armarios, deberemos saber sacar partido a otros rincones de la habitación. Los espacios que quedan debajo de las camas son, por ejemplo, lugares adecuados para guardar aquellas prendas que no vayamos a usar. Existen cajas de plástico estrechas y perfectamente adaptadas al hueco que hay debajo del lecho. Muchos de estos contenedores cuentan con pequeñas ruedas que nos facilitan no sólo el acceso a estas, sino realizar la limpieza de debajo de las camas de forma sencilla.
De maletas y maleteros
Si sois de los que no viajáis mucho, las maletas se pueden convertir en un excelente contenedor para guardar aquellas cosas que no utilicéis. Éstas servirán para esconder accesorios que no supongan demasiado esfuerzo en el momento de ser guardados, como es el caso de los bolsos de verano o las cestas de llevar a la playa toallas, cremas y demás. Después de vaciar todos estos bolsos y pasarles un paño seco para que no se estropeen al permanecer cerrados, los colocaremos unos encima de otros con un papel de seda entre cada bolso.
Y ya que hablamos de maletas, no debemos olvidarnos que en muchas ocasiones es ahí donde guardamos las mantas que no hemos usado en verano y que de nuevo debemos sacar. Así que no hay que desaprovechar ese espacio para guardar prendas que permanecerán intactas hasta el próximo verano como es el caso de las toallas de playa. Introduciremos entre las toallas bolsitas aromáticas de flores y plantas secas para evitar ese desagradable olor a cerrado.
Zapatos en bolsas de tela
Aunque creamos que la ropa ocupa mucho espacio en nuestros armarios, no debemos olvidar que por su forma asimétrica los zapatos no ocupan menos sitio. Si no tenemos espacio suficiente para conservarlos en sus cajas originales, lo ideal es guardarlos siempre envueltos en papel de seda y en bolsas de tela ya que ambos materiales evitan que el calzado pueda llegar a rozarse.
Un buen consejo para que los zapatos y zapatillas de verano no pierdan su forma original es colocarles en el interior unas hormas especiales que los mantengan rígidos. Otra manera de conservarlos consiste en rellenarlos con papel de estraza o de periódico. El olor que el calzado genera con el uso durante estos meses de calor no resulta muy agradable cuando los recogemos hasta el año siguiente, por eso se recomienda meter en cada una de las bolsas donde los hemos guardado una ramita de lavanda o de cualquier producto aromático.