Yo soy de las que un día de lluvia en el campo es un regalo. Especialmente después de un verano bastante cálido y especialmente seco. No sólo porque se llenen los embalses, sino por la luz, y sobre todo por el olor que sale de la tierra.
Un plan perfecto para mí es levantarnos temprano, desayunar, ir a Misa de 10 a la Colegiata y después dar un paseo por los Jardines. Si además añadimos esa luz especial de lo días nublados y el olor a lluvia, lo sé, soy un poco rara, no quepo en mí de gozo.
Pasear debajo de los castaños centenarios, pisar las primeras hojas del otoño, escuchar el trino de los pájaros que aprovechan cuando la lluvia les da un respiro. Que llueve, pues nos ponemos la capucha del chubasquero, que no pues aprovechamos las botas de agua para saltar sin miedo en los charcos. Y lo mejor de todo, que la lluvia disuade a la gente de aventurarse más allá de los caminos principales de los Jardines, por lo que rara vez te encuentras a alguien paseando, y normalmente suele ser“conocido”.
Buscar ardillas, seguirlas de árbol en árbol hasta que les perdemos de vista. Descubrir que la familia de pavos reales y patos ha aumentado en número de miembros. Volver a la que fue la piscina del Santo (el Chato) dentro de los Jardines cuando era pequeño, contar anécdotas del abuelo Ignacio que puso una cuerda en un árbol para lanzarse al agua haciendo mortales, escalar el muro para ver si sigue la cuerda, quedarnos con la incógnita porque la vegetación ha crecido salvajemente y no se ve nada. Planear otra forma para poder entrar pero que la tormenta te pille de camino y mejor, lo dejamos para el próximo fin de semana.
Recoger bellotas y llenarnos los bolsillos para encontrarnos alguna dentro de unos meses al ponernos de nuevo el chubasquero. Discutir si el agua de la fuente que pone un cartel de “agua no tratada”, es potable o no.
Reemprender la vuelta a casa corriendo porque se avecina una gorda que el paseo bucólico se va a convertir en una pesadilla porque de Valsaín viene muy muy negro y los truenos cada de vez retumban aún más fuerte. Pero volver con una sonrisa porque han sido dos horas maravillosas en familia y porque he vuelto a sacar la máquina de fotos y he disfrutado como hace tiempo que no hacía.
Muchas me habéis preguntado en el stories de IG por los chubasqueros amarillos. Nosotros los compramos en una tiendecita en Comillas, pero tienes estos muy similares: