Las posibilidades de bañar nuestra casa con la intensidad de las flores radican en dos grandes alternativas: la flor natural y el textil.
El uso de flores y plantas naturales en la decoración de ambientes es una técnica milenaria que no sólo resiste al paso del tiempo, sino que se destaca significativamente en el mundo del interiorismo.
Las flores y plantas se incorporaron antaño a la decoración de los hogares como meros elementos prácticos: su aroma camuflaba los olores desagradables y disimulaba la falta de higiene en el interior de las viviendas.
Para incorporar la flor en nuestro catálogo visual, es imprescindible concebirla como un elemento inseparable de su sustento, los jarrones. Una gran composición floral puede quedar absolutamente empañada por un recipiente inadecuado. Dentro de todas las posibilidades, hay tres máximas impertérritas: modelos bajos para los bouquets, boca estrecha para flores sueltas y modelos altos para flores colgantes.
No es imprescindible atesorar grandes conocimientos de jardinería para disfrutar de un buen abanico decorativo, pero el mantenimiento es imprescindible y los mejores consejos siempre revelan algunos trucos sorprendentes.
El uso de flores en los textiles también es una técnica con resultados muy llamativos, pero en la que debe primar siempre la máxima de que menos es más. Cortinas y tapizados florales pueden resultar abrumadores si están combinados de forma excesiva, o si adquieren demasiado protagonismo y no están equilibrados con colores suaves.
Las paredes pintadas con motivos de esta clase o el papel como recubrimiento sientan de maravilla a los espacios, evocando de forma muy acogedora jardines, bosques o plantaciones. Es muy agradable entrar en una habitación y sentirte en plena naturaleza, pero hay que tener cautela en no caer en el exceso.
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Imágenes vía Pinterest