Este año sin embargo ha sido algo diferente. Ayer comencé a vestir el árbol junto a mi hija mayor, mientras la pequeña se afanaba en desenredar unos angelitos que mi cuñada nos trajo de Chile hace unos años. Teníamos una comida y me di cuenta que o me metía en la ducha, o no llegaríamos puntuales, así que pensé, como ya son mayores voy a darles algo de libertad. Les di las instrucciones pertinentes y las dejé con la gran caja de adornos mientras yo me iba a asear. Cuando bajé al salón tras arreglarme, además de propinarles las alabanzas que merecían por su esfuerzo, para mis adentros me entró la risa ¡los niños no tienen medida!, lo habían puesto todo y con todo me refiero hasta el último adorno que encontraron para colocar. Dentro de la chimenea, sobre ella, en la librería del salón, en el buró, el árbol hasta la última rama,… todo tenía su detalle. Habrá que convivir con lo barroco hasta el final de las fiestas, porque a ver quién es el valiente que les dice que no está todo rebonito :-)
Ahora sólo falta acostumbrarse a la nueva visión de mi recargado salón y llenar de regalos el árbol. Espero este año esmerarme tanto como mis hijas y no hacer simples paquetes con lazos (hay que estar a la altura). Aquí os dejo inspiración de donde yo ya he sacado alguna que otra idea…
Imágenes vía Pinterest: 1 y 2
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