En nuestra niñez y juventud la cosa era aún peor; recordamos haber escondido el dichoso reloj al no poder soportar su "tic tac" en mitad del silencio de la noche, mientras que el "ring" de su campanada era capaz de sacarnos del más profundo sueño a golpe de infarto. Eran, entonces, de cuerda y analógicos. Todos nos levantábamos a y cinco, a y cuarto, a y veinticinco..., así que nada de minutos caprichosos..., esos había que ponerlos a ojo.
Cuando aparecieron los primeros modelos que funcionaban a pilas, muchos de aquellos preciosos y ruidosos despertadores de antaño fueron relegados a algún cajón o, simplemente, al olvido. Veréis: nosotras, que casi siempre somos tan espabiladas, también tenemos nuestros momentos lentos (o petardos, muy petardos...).
No hace mucho, dejamos escapar un precioso modelo vintage en un mercadillo, nada caro y ¡en verde mint! Ya, ya, ya... mejor no decir nada más. Menos mal que una de nosotras sí puede presumir de ejemplar bonito, con el que ilustrar este post y decorar su casa. Eso sí, con la cuerda en reposo, que sólo faltaba éste para completar la sinfónica tempranera, sobre todo hoy lunes y aún sin espabilar...
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¿Cómo suenan vuestras casas a primera hora? ¿Alguna con sabor vintage?