Periodista y biólogo, viven a las afueras, en una casita de campo herencia de la familia, en su afán por escapar de la bulliciosa ciudad donde Diane acude todos los días bajo el papel de redactora jefe de una importante revista de moda. Carlo sin embargo realiza trabajo de campo y sólo un día por semana tiene que asistir a su oficina para transcribir los análisis recogidos durante la semana.
Cada tarde Diane se sienta con una manta y una taza de café humeante en la mesa de su porche, en la cabeza miles de capturas y tendencias de la ciudad que las funde entre aire fresco, el cantar de los pájaros y el olor a una naturaleza mojada.
Espera a Carlo que dentro de poco aparecerá en su gran 4x4 con un montón de aventuras vividas durante su jornada. Hoy lo ve aparecer con unas ramitas de pino, le vienen perfectas para la cena de mañana, las colocará como centro de mesa y así sorprenderá a su amiga Anna, que parece no haber salido de la ciudad en su vida.
Ya empieza a refrescar cada vez más, y a medida que cae la luz del día sólo piensa en su cama acogedora y calentita...