Acto Segundo: La Posada - segunda parte
Continuando el relato anterior...
Una enorme chimenea, de piedra y aspecto noble, en los fríos días encendida está.
Flanqueando ambos lados, sendos tapices, con estampado floral, colgados están.
A continuación, las imágenes que reflejan lo que antes conté...
El techo con vigas de madera muy oscura, con pintura en color turquesa entre ellas.
Los tapices de la entrada y la sala de bienvenida, con dibujos geométricos y en colores amarillo y turquesa... Las sillas de los comensales tapizadas en blanco. Las sillas de los novios en estilo castellano, tapizadas en amarillo y en turquesa. El bargueño de la entrada, el baúl y otros muebles más, en madera oscura y estilo castellano.
La mesa puesta, con mantel blanco, así como la vajilla... Detalle del sello tras las sillas de los invitados, en dorado, así como oro habrá en bandejas, filos, copas, cubiertos...
Las flores que en las mesas estén, pequeños arreglos serán, para poder conversar sin la vista molestar; para poder los platos degustar, sin el olfato saturar.
Blancas, si un ambiente sereno y elegante queremos lograr. En amarillo suave, el lugar más alegre será. En rosa, más romántico lucirá. Y combinando varios colores, el ambiente más informal resultará.
Una maravillosa sorpresa más, al caer la noche, este lugar nos deparará.
Cuándo la tarta nupcial sea anunciada, todas las luces se apagarán, y entonces, el cielo nocturno hasta nosotros llegará.
Miles de pequeñas luces (leds) nuestras cabezas cubrirán, de las cuales hasta ese momento no nos habíamos percatado, y lo que pensábamos que eran simples serpentinas colgando del techo, en irreales estrellas se convertirán.
Y así, la iluminación se quedará, para el resto de la velada. Cuando ya el ambiente se vuelve más informal... las personas se saludan, ríen o bailan, algunas van a la barra del bar, otras van afuera a pasear, o entre ellas charlar.
Porque, en la contrafachada, enormes ventanales hay, y mientras que de día todo el interior iluminan, al terminar la noche hacia la terraza salida nos dan.
Con los braseros encendidos, la jornada hacia el exterior se prolongará, plácidamente, con el sonido de la música y las risas de fondo...
Ya sólo nos queda disfrutar.
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