El mirador dividido en tres habitaciones y el largo pasillo distribuidor que comunicaba las tres estancias, y el resto de la casa, hacían que se quedara sin apenas luz (siempre tan escasa, en Euskadi), excepto la que recibía a través de las puertas de las habitaciones, por lo que perdía su máximo potencial.
Al derribar los tabiques y convertir las tres estancias en una sala de estar/comedor, se recupera la visión global del mirador, y de paso se maximiza el espacio de este piso de 95 m². La transición en los colores neutros de la decoración contribuye a la separación de los espacios. El color blanco de las ventanas y el mobiliario se va oscureciendo en tonos grises claros en las paredes y pilares de hormigón hasta llegar a los grises más intensos. Las hamacas azuladas, los pufs de mimbre y las bombillas colgando contrarrestan con el señorío de los ventanales y del edificio, logrando a su vez un ambiente cálidoy de relax.
La cocina resultante es mucho más abierta y ha ganado en luminosidad. El hueco de la pared/estantería conecta el mirador visualmente con la ventana de la cocina, lo que le proporciona una doble iluminación y ventilación cruzada. Con la reforma, la distribución de esta vivienda familiar se queda con tres dormitorios ubicados en los extremos de la casa, los tres con balcón a la calle y comunicados por el pasillo distribuidor. Los suelos de madera, son los originales en contraste con la nueva tabiquería ligera. Se ha diseñado un zócalo rehundido que recorre la vivienda, adaptándose como marco para las puertas.
El estudio de diseño ha querido potenciar la estructura del edificio, dejando al descubierto las vigas y pilares de hormigón dando un aire industrial a modo de loft.
Una vivienda que recupera un antiguo mirador ganando el luz y en espacio, con una distribución de corte minimalista donde la estructura del edificio es la protagonista del conjunto en una base de color suave y neutra. Una preciosa reforma! ¡Feliz día!
Más información y Fotografías [] Pauzarq
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