La semana pasada hicimos la primera escapada como papás, y aunque tan sólo nos fuimos a un par de horas de casa, no dejaba de ser una forma de ponernos a prueba. Elejimos alojarnos en el coqueto Hotel Aiguaclara situado en el pueblo de Begur, uno de mis enlcaves favoritos de la Costa Brava.
Tenía este hotel en mi lista desde hacía tiempo y siempre me había parecido un alojamiento ideal para una escapada romántica. De hecho no lo contemplaba como destino idóneo para instalarse con un bebé, sino para ir en pareja, pero al ver en su web que contaban con cuna y bañera bajo petición, cambié enseguida de opinión. Nos prepararon la habitación Bonaventura, situada en la planta baja para no tener que subir escaleras con el cochecito y demás. A los pies de la cama nos colocaron una cuna de viaje y la dejaron lista para que Gala pudiese dormir lo más cómoda posible. De todas formas nos llevamos su ‘saquito’ y se lo pusimos para que no se sintiera extraña. Tenemos la gran suerte de que duerme muy bien por las noches y en esta ocasión no fue una excepción.
Nos levantamos por la mañana para desayunar y nos esperaba un festín de campeonato: fruta recién cortada, embutidos, tortilla de patata -estaba increíble-, mermelada, cereales, croissants y ensaimadas, además de café y zumo. A pesar de tener que desayunar por turnos (Gala no paraba quieta), nos pusimos las botas. Y eso que veníamos de haber cenado en su restaurante, que ofrece una carta que merece la pena probar.
Imágenes: Toc Toc Vintage
El hotel ocupa una antigua casa indiana -Begur está llena de ellas-, catalogada por el Ayuntamiento y que data del 1866. Abrió en el año 2000, en primer lugar como restaurante y más adelante empezó a ofrecer también alojamiento. Todo el mobiliario es recuperado, una gran parte procede del Hotel Colón de Barcelona antes de que éste se renovase, también tienen piezas de herencia familiar y otras muchas compradas a brocantes del Empordà. Clara, la propietaria, tiene especial obsesión por las maletas antiguas, que están por todas partes, tanto en las habitaciones como en las zonas comunes. Por cierto, el hotel cuenta con dos patios con área chill out que son ideales para relajarse.
Nos sentimos muy a gusto durante nuestra breve estancia y nos quedamos con ganas de repetir. Ahora bien, la próxima vez le pediremos a Gala que nos dé una tregua…
PD: otros hotelitos con encanto por la zona de los que he hablado en el blog son Can Bassa, El Racó de Madremanya, Casa Migdia y Les Hamaques (le dediqué 2 posts).