¡Hola a todas!
Esta semana se nos ha hecho cortita cortita, pero antes de terminar tenía pendiente explicaros un poquito mejor cuál es la última aventura en la que nos hemos embarcado. Ya os dije que este 2018 iba a ser muy especial, y es que a pocos meses de terminarlo todavía nos quedan 3 grandes proyectos: nuestra pequeña Julieta, la mochila boba que llevará su nombre y por último, el tema de este post: nuestro mini apartamento en el pueblo.
El pueblito se encuentra en la provincia de Lleida, es el pueblo del amore, en el que tiene a toda su familia y todos sus amigos. Desde siempre hemos ido muchísimo ya que es allí dónde el ha “vivido” siempre. Digamos que ha estudiado y trabajado en Barcelona pero ha vivido en el pueblo. Por aquí tenemos una expresión que dice “que la terra tira molt” y supongo que él me lo ha contagiado a mi. Cuando nació Valentina estuvimos una larga época sin poder ir todo lo que nos gustaría. Ya sabéis, los inicios fueron duros y si ya íbamos perdidos en casa imaginaros la odisea de irnos 3 días fuera con un bebé que no entendíamos. Luego, el tema del coche era un problema, ya que el primer año era una auténtica tortura usarlo, era un llanto desenfrenado desde que arrancábamos hasta que llegábamos, así que imaginaros el plan.
Total que ya hace un tiempo que hemos recuperado la buena costumbre de pasar los fines de semanas y las vacaciones allí, y ahora con V más mayor que disfruta mucho del campo, el jardín, sus primos… y con la inminente llegada de su hermana, crecía en nosotros el deseo de tener algo allí nuestro. Algo que también nos aportara un poco de intimidad y que ayudara a que los momentos más durillos cuando tienes niños pequeños se hicieran más llevaderos.
Y así, un día mientras estábamos en el jardín el amore me dijo: “¿oye, y por qué no adaptamos el cobertizo?” A nosotros siempre nos ha gustado jugar a imaginarnos como reformaríamos o adaptaríamos espacios, dibujarlos en servilletas de papel, hablar horas y horas… ¡Así que ese mismo día casi que ya teníamos claro cómo sería!
Ha sido un proceso largo el de llegar hasta aquí (y eso que todavía no hemos empezado!) pero saber si era posible hacerlo, conseguir los permisos, el papeleo increíble que hay detrás… prácticamente medio año, pero por fin, tenemos licencia y podemos empezar la obra.
El espacio es de apenas 52 metros cuadrados, así que la distribución era importante hacerla bien. En cuanto empezamos a hablar con el amore del proyecto a mi me vino a la mente Ingenii Barcelona. Con Mariona hemos hablado millones de veces, hemos colaboradora juntas, me ha dejado fotografiar sus pisos, así que ellos iban a ser los encargados de ayudarnos a convertir ese cobertizo en un apartamento acogedor para nuestros fines de semana.
La idea le entusiasmo a ella igual (¡o más!) que a mi, y desde hace muchísimos meses que intercambiamos mails, carpetas de pinterest, dibujos, esbozos, materiales, ideas… ¡Y lo que nos queda! Captó la esencia que buscábamos y la plasmó en un papel a la primera.
Y nada, en este momento nos encontramos ahora, ¡entrando máquinas! Por el momento comparto con vosotras algunas de las imágenes de cómo está actualmente el cobertizo y de los planos a partir de los cuales vamos a crear nuestro apartamento.
Os iré mostrando por stories avances, materiales (porque todavía tenemos que escoger mogollón) y sobre todo ideas que vosotras podáis coger para vuestra casa. Os guardaré todos los stories de esta reforma en otra carpeta de destacados ¡Hasta la semana que viene!