No es que coleccione sombreros, pero lo cierto es que tengo bastantes.
Mi piel con tendencia a pecosa y mis ojos claros me piden a gritos
usarlos durante el verano.
En invierno, como detesto los paraguas, los gorros de lluvia son mis
aliados y los tengo en muchos colores para combinar con las prendas
de abrigo.
Los gorros están recogidos en el vestidor pero los sombreros,
por su tamaño y porque me encantan estéticamente, los tengo
expuestos en el perchero del recibidor.
Hace tiempo que algunos no los uso, como el salacot que me
acompañaba en las campañas de excavación al acabar la carrera.
También el antiguo perchero de la casa de vacaciones acoge sombreros
con que protegerme del sol de estío.
Me he quedado con ganas de tener un salacot inglés y el otro día
descubrí uno maravillosamente blanco en una tienda.
Quizás acabe cayendo en la tentación y pase a formar parte de
mi colección de sombreros con la que participo en el desafío blad
de este mes.