Pedro Friedeberg (1936, Florencia, Italia) es un artista y diseñador mexicano conocido por su trabajo surrealista lleno de líneas de colores y símbolos antiguos y religiosos.
Pedro Friedeberg es hijo de padres judíos alemanes que escaparon de Europa al comienzo de la Segunda Guerra Mundial y llegaron a México cuando Pedro tenía tres años.
Pedro Friedeberg dice que no habla de su infancia porque la asocia con la disciplina, la tortura y el castigo pero recuerda a su abuela marcando nombres, en los periódicos europeos, de familiares que habían sobrevivido al Holocausto.
De pequeño odiaba estar en su casa y tuvo que aprender violín y a hablar varios idiomas. A pesar de sus orígenes judíos fue educado más bien como ateo, aunque él dice que tiene siete religiones, una por cada día de la semana.
Expresó desde muy temprano su interés por el arte y cuando tenía dos años le gustaba sentarse frente a la iglesia de Santa María Novella, en Florencia, para intentar dibujarla.
En su juventud se sintió cautivado por la arquitectura de las iglesias renacentistas, y de más adulto por las obras de Canaletto, Piranesi y otros artistas del siglo XVIII. También le gustaban las perspectivas de los dibujos de M. C. Escher, Maurits Cornelis Escher (1898 – 1972).
Estudió durante un tiempo en Boston, y en 1957 comenzó a estudiar arquitectura (aunque sólo estuvo hasta el tercer año) en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, por su propio interés pero también debido a la presión de sus padres.
En contra de los planes académicos, y de la estética convencional predominante de la década de 1950, Pedro Friedeberg se sentía atraído por la obra modernista y recargada de Antoni Gaudí.
Radicalmente opuesto a las líneas frías, simétricas y racionales del Movimiento Moderno, como por ejemplo, las de Ludwig Mies Van der Rohe, Pedro Friedeberg comenzó a diseñar obras inverosímiles como casas con techos de alcachofa y rascacielos rematados con peras, lo que le valió malas calificaciones.
Sin embargo, su paso por la Universidad le permitió conocer al artista Mathias Goeritz (1915 – 1990), quien le animó a que ignorara a sus padres y continuara como artista siguiendo su talento, intuición y creatividad; y durante los veranos, Friedeberg empezó a trabajar como secretario de Goeritz, ayudándolo en sus proyectos artísticos.
En 1960, cuando solo tenía veintidós años expuso por primera vez su trabajo en la Galería Diana gracias a la recomendación de la artista surrealista Remedios Varo (1908 – 1963), que conoció a través de su familia y amigos.
Gracias a estas conexiones, comenzó a conocer a otros artistas surrealistas mexicanos como Leonora Carrington (1917 – 2011) y Alice Rahon (1904 – 1987), hasta llegar a convertirse en 1961 en miembro de Los Hartos.
Este grupo o movimiento artístico preconizaba la espiritualización del arte y se basaba en los principios dadaístas: la creación del anti-arte por el arte, rechazando la pintura política y social que era dominante en México en ese momento.
Eran originales, excéntricos, irreverentes e iconoclastas, y la influencia de este grupo llevó a Friedeberg a creer en la autonomía del esteticismo.
Para Friedeberg, “Los Hartos es el movimiento más importante de los años 60. Gracias a este movimiento… José Luis Cuevas se volvió famoso. Gracias también a Los Hartos, Chucho Reyes empezó a vender como pan caliente y la galería Antonio Souza se volvió inmortal… Gracias a Los Hartos logramos fundar, junto con Xavier Girón, el chinchismo en la galería La Chinche, amén“.
En 1979, Pedro Friedeberg y Xavier Girón organizaron un movimiento artístico llamado “Chinchismo“, que viene de “chinche“, que significa error, y pidieron a treinta artistas que crearan “errores” con la idea de ridiculizar los movimientos artísticos o “ismos“.
Pedro Friedeberg ha tenido toda su vida una reputación de ser excéntrico. Dice que consulta a I-Ching todos los días, y tiene una colección de santos.
“Me levanto al mediodía y, después de regar mis pirañas, desayuno las cosas corintias. Más tarde, durante el día, tomo un almuerzo iónico seguido de una siesta dólica. Los martes dibujo una voluta o dos, y tal vez un frontón, si el estado de ánimo me alcanza. El miércoles lo he reservado para la anti-meditación. Los jueves suelo relajarme mientras que el viernes escribo autobiografías“.
Dice que hoy el mundo carece de excéntricos porque las personas se han vuelto ovejas por la cultura de consumo y la televisión que quiere que todos seamos estándar y uniformes.
Friedeberg se ha casado cuatro veces. Su tercera esposa, con la que estuvo casado doce años, fue la Condesa polaca Wanda Zamoyska. Su última esposa es Carmen Gutiérrez, con quien tiene dos hijos, Diana y David.
Él dice que Carmen es una mujer muy seria, a diferencia de sus otras esposas anteriores. Dice que tener hijos cambió su vida porque ya no podía viajar por el mundo y quedarse hasta las cinco de la madrugada bebiendo.
Actualmente vive en Ciudad de México y cuando muera dice que espera ser enterrado en el mismo cementerio de Venecia donde están enterrados Stravinsky y Diaghilev, en una tumba con una góndola blanca y plumas negras.
Ha declarado que nunca está realmente relajado y que pinta un lienzo por semana, además de hacer esculturas, muebles y otros objetos.
Pedro Friedeberg ha pintado, creado murales para instituciones en México y en el extranjero, portadas y libros ilustrados, ha sido director de arte y ha realizado escenografías. Comenzó a diseñar muebles en la década de 1960, rechazando el entonces estilo internacional dominante.
Ha diseñado sillas, mesas y sofás de formas fantásticas que parecen salidos de un sueño alucinógeno tiki-tropical. Son muebles que se caracterizan por un surrealismo llamativo e intenso, ensoñaciones barrocas con una filia total por el horror vacui.
Su pieza más conocida es su silla “Mano“, que ha vendido más de 5.000 copias desde su creación en 1962. Sus pinturas, esculturas y muebles eran muy “chic” en los años 60 y 70, y estaban absolutamente de moda.
La silla con forma de Mano original estaba hecha de madera, diseñada para permitir sentarse en su palma usando los dedos como respaldo y toda ella cubierta con hojas de oro.
Desde su primera exposición, su trabajo ha tenido un estilo fácilmente identificable, aunque no es fácilmente clasificable, y gran parte de su trabajo tiene una calidad industrial derivada de su formación como arquitecto.
También ha estudiado e incorporado elementos de diversas tendencias artísticas y de diseño que van desde el Art Nouveau hasta el Op art.
Su predilección por el kitsch o lo cursi es bien conocida. “Todos estamos inundados de kitsch. Nadie ni nada se salva del kitsch, ni Philip Johnson, ni Diego Matthai, ni María Félix, ni Amalia Hernández. Un Volkswagen es un funky-kitsch, un Mustang es tacky-kitsch, un Mercedes es chic-kitsch“.
Pinturas y muebles se caracterizan por estar llenos de ornamentación, con pocos o ningún espacio en blanco, con líneas, colores y símbolos que hacen referencia a las escrituras antiguas, los códices aztecas, el catolicismo, el hinduismo y lo oculto.
En su obra pictórica, completamente abrumadora y cautivadora, suele haber recreaciones de palacios imposibles y otras estructuras, con innumerables salones y habitaciones, pasadizos secretos y escaleras que no llevan a ningún sitio.
Él clasifica su trabajo como ecléctico e híbrido; su arte no es político, es arte por el arte y afirma que es elitista. Él no cree en hacer arte “para la gente” porque a la mayoría de la gente no le importa. Su arte casi siempre tiene un toque sarcástico y cínico.
La ironía se expresa generalmente a través de la repetición casi alucinógena de los elementos que emplea y el desorden formal, pero son el resultado del pensamiento consciente. Él dice que la única intención de su arte es burlarse de sí mismo y de todos los demás.
En muchas ocasiones su arte ha sido clasificado como “adorno” pero él no está de acuerdo ya que la ornamentación es la forma más antigua de arte, añadida para dar a los objetos una calidad excepcional, incluso religiosa.
Ha llamado a su amplia ornamentación, que incluye elementos de textos antiguos, “Nintendo Churrigueresque“.
También Pedro Friedeberg ha criticado a los artistas modernos diciendo que “el arte ha muerto, después del surrealismo no hay nada nuevo“. “La gente ha perdido el gusto por la ironía, el sarcasmo y el absurdo“.
Sus dos primeras exposiciones individuales fueron en la Galería Diana, en 1959, y la Galería Protec en 1960, ambas en la Ciudad de México.
En la década de 1960, tuvo 16 exposiciones en México, Francia, Nueva York, Portugal y Washington D.C. (1963); 19 en la década de 1970, y 13 en la década de 1980.
21 exposiciones en la década de 1990, y 9 en la década de 2000, todas en México, a excepción de una en Alemania, en 2000, y otra en Bélgica en 2003.
También ha participado en muchas exposiciones colectivas desde 1960 hasta 2003.
Entre los premios que ha recibido están el Segundo Premio en la Bienal de Córdoba (Argentina) de 1966; el Primer Premio en la Exposición Solar de la Ciudad de México en 1967, o el Premio Especial en la XI Bienal de Obra Gráfica de Tokio en 1984.
Fue nombrado “Creador Artístico” por el Sistema Nacional de Creadores Mexicanos y Extranjeros en 1993.
Su trabajo y su vida han aparecido en muchos libros desde 1972 hasta el presente. Estos libros incluyen su autobiografía publicada en México “De vacaciones por la vida, Memorias no autorizadas“, editada por Trilce y Conaculta.
En su autobiografía, Pedro Friedeberg escribe sobre múltiples experiencias con sus muchos amigos en el mundo del arte como Salvador Dalí; Leonora Carrington; Kati Horna; Tamara de Lempicka; Mathias Goeritz; Edward James; Zachary Selig y Bridget Bate Tichenor.
Obras suyas se pueden encontrar en las colecciones permanentes de por ejemplo: el Museo de Arte Moderno; el Museo José Luis Cuevas; el Centro Cultural Televisa; (todos en la Ciudad de México); el Museo de Arte Contemporáneo de Toluca; el Museo de Arte Contemporáneo de Culiacán.
El Museo de Arte Contemporáneo en Pátzcuaro; el Museo de Arte Moderno de Nueva York; el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago; el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva Orleans; la Biblioteca del Congreso de Washington DC; el Museo de Arte Rosa de la Universidad de Brandeis en Boston.
La Biblioteca Nacional de Investigación en Ottawa; el Museo del Louvre en París; el Museo de Israel en Jerusalén; el Museo Nacional de Arte Moderno en Bagdad; el Museo de Arte Ponce en Puerto Rico; el Museo Franklin Rawson en Argentina; el Museo Omar Rayo en Colombia; la Institución Smithsonian en Washington, DC. y el Museo de Artes y Diseño en Nueva York.
Pedro Friedeberg (pág. web).
Pedro Friedeberg y su escultura/silla de “Mano”, diseñada para que las personas se sienten en la palma de la mano usando los dedos como respaldo, y “Gold” Side Table.
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