Martí Guixé (1964, Barcelona) se graduó en 1985 en diseño de interiores en Elisava Escuela Universitaria de Diseño e Ingeniería de Barcelona y, en 1986, se inscribió en un programa de estudios de diseño industrial en Scuola Politecnica di Design de Milán.
Martí Guixé vive y trabaja entre Barcelona y Berlín. En 2001 reconocía que: “me he quedado enganchado a Berlín por su especial energía“. Aunque también pasa largas estancias en Milán, ciudad donde actualmente imparte clases.
En 1994, y coincidiendo con sus estancias como consultor en Seúl (Corea del Sur), comenzó a formular en Berlín una nueva manera de entender la cultura de los productos, iniciando la exhibición de sus trabajos en 1997.
Guixé revolucionó el mundo del diseño al trabajar con materia viva -la comida- que se puede transformar y descomponer; mezclando áreas como la antropología, el humor, la gastronomía, la tipografía, las ciencias humanas, las ciencias exactas y el diseño.
La sensibilidad de Martí Guixé hacia los materiales que son rápidos, fácilmente disponibles y orientados hacia el consumo masivo lo llevó a convertirse en un innovador y un referente en la aplicación del diseño a la comida.
También, evidentemente, se convirtió en un pionero -en ese momento, cuando comenzó, un camino completamente inexplorado- del “food design” con su proyecto SPAMT (És Pà amb Tomàquet) de 1997.
“Comer es una gran experiencia sensitiva, y la comida entra por la vista“.
Así por ejemplo, concibió tartas donde la decoración era un gráfico sobre los ingredientes del pastel, es decir, donde la información tenía un contexto de decoración.
“El alimento ya no es una necesidad, sino un producto de consumo y, por lo tanto, se puede diseñar”, declaró Martí Guixé.
Para este heterodoxo -que admite algunas referencias, como Joan Brossa o Salvador Dalí (aunque sólo en el sentido del humor) al que añade “algo insólito, con una razón y una lógica“- los límites entre lo tradicionalmente definido como natural y lo supuestamente artificial se han desdibujado.
“¿Qué entendemos por natural?… Los productos supuestamente naturales que compramos en el supermercado en realidad no lo son si provienen de grandes naves industriales”, sostiene Martí Guixé, para quien lo artificial es nuestra nueva naturaleza.
A Guixé le interesa la comida porque considera que es un producto de consumo masivo. Le gusta el hecho de que es un producto que desaparece por ingestión y se transforma en energía.
Guixé no sabe cocinar, ni le interesa. Sería, como lo definió Inga Knölke (1999), un “food designer… alguien que trabaja con comida, sin tener idea de cocinar”.
“No sé cocinar, y los gastrónomos me critican, pero trabajo con la comida como concepto…. Un diseñador no tiene que saber cocinar, tiene que saber diseñar. Saber cocinar o tener nociones de gastronomía limita la especulación”, ha reconocido el creador catalán.
Su intención es crear obras de diseño que, además, sean comestibles. Para él la comida se convierte en un material con el que llevar a la realidad sus ideas. “Los objetos representan así una idea“, ha dicho.
“La mayoría de mis proyectos de alimentos no son comerciales, pero son una forma de definir una nueva percepción de este tipo de producto“.
Sus creaciones buscan el diálogo con el producto y la introducción del diseño en la alimentación, eliminando cualquier pretensión culinaria y adaptando la comida a las formas de vida contemporáneas.
El diseño debe ser contemporáneo, debe responder a las exigencias de la contemporaneidad. Se debe diseñar para el presente y adaptar la comida a los nuevos hábitos.
Para Guixé “las nuevas tecnologías lo han cambiado todo, empezando por nuestros hábitos”.
El diseño, sin embargo, no siempre le ha seguido el ritmo al presente. “La comida, por ejemplo, apenas ha variado nada. Es lo que menos ha cambiado. Sus cambios, lejos de ser progresivos, han sido regresivos”.
Los alimentos, desposeídos de nostalgia, son básicamente un producto diseñado y comestible, un objeto que niega cualquier referencia a la cocina, la tradición y la gastronomía.
Techno-tapas y Food Design de Martí Guixé.
El concepto de ex-diseñador define el trabajo de Martí Guixé como resultado de su descontextualización.
Martí Guixé creó en 2001 el concepto de ex-diseñador -que actualmente se ha convertido en un movimiento- como una declaración contra el alcance limitado del diseñador tradicional y para abrir nuevas posibilidades para la industria.En 2002, junto con Inga Knölke, presentó éste concepto en el concurso Evolutionäre Zellen de Berlín. Fue presentado como un sistema genérico que confiere un nuevo estatus dentro de la profesión y, por lo tanto, permite la trascendencia de los límites impuestos por la disciplina.
Guixé considera que su enfoque del diseño -para muchos iconoclasta- dista mucho de los patrones convencionales, con lo que se liberaba así de los límites y las barreras inherentes a la disciplina para desarrollar su trabajo de una manera más informal.
El ex-designer considera que en sus comienzos él no respondía con sus trabajos a las expectativas generadas: “Cuando empecé a diseñar a finales de los 80 y primeros de los 90, hacía cosas que no eran normales para el mundo del diseño de entonces. Una gran parte del sector me consideraba antes artista que diseñador“.
“Yo, sin embargo, nunca me he considerado artista, antes que nada porque mi formación es como diseñador, por mucho que mi trabajo no encajara en lo que se podía esperar de mí. Así que el concepto de ex-designer me definía muy bien, porque alude a alguien que es diseñador, pero que trabaja fuera de los límites de la disciplina”.
Martí Guixé ha declarado que: “Hago lo que me gusta, siempre con parámetros conceptuales concretos que tocan todos los campos y basado en la sociedad de consumo. El arte se ocupa de cosas más serias, como la muerte o el amor. Yo me ocupo de cosas muy banales, con un elemento metafísico detrás“.
“Aunque los mecanismos puedan ser los mismos –performance, presentaciones en galerías o museos–, el arte se ocupa de cuestiones grandes e importantes, el diseño se ocupa de la vida cotidiana”, puntualiza Guixé.
Guixé manifiesta claramente su disgusto por el diseño como objeto y forma estilizados. En lugar de re-modelar los productos existentes, el trabajo de Guixé pretende alterar -con una óptica desmaterializada- las formas de ver y pensar.
El diseño para Guixé debe evocar la evaluación constante de los parámetros de función y el compromiso activo y la reinvención por parte del consumidor. Debe estar firmemente arraigado en la experiencia contemporánea y no ya en estructuras de funcionalidad pasadas.
Debido a esta actitud crítica y provocativa, su trabajo a veces se asocia con el movimiento de diseño crítico, popularizado por Fiona Raby y Anthony Dunne, pero en general es más lúdico y menos moralista.
Su enfoque no objetivo se refleja en el uso frecuente de materiales desechables o baratos y el carácter rápido y efímero de gran parte de su trabajo. El diseño final a menudo parece solo un resultado de innumerables posibilidades.
“Hay varios productos en los que la forma no es importante y la función es más importante. Creo que la forma de hacerlo es trabajar básicamente con ideas, para que las formas y los materiales se vuelvan anecdóticos“.
Pero Martí Guixé también diseña producto, aunque considere que lo menos interesante de su disciplina es precisamente el producto, porque lo que busca es ofrecer al mundo “conceptos e ideas para fines comerciales”.
Con el paso de los años esos límites, rotos por Guixé en su día, se fueron agrandando. Si antes de los 90, el diseño estaba casi exclusivamente ligado a la industria para la producción masiva de objetos, a finales de esa década, en coincidencia con la des-industrialización de España y de Europa, se abrieron otros caminos.
Guixé vio de inmediato que no podía perpetuarse el modelo industrial. “Era necesario encontrar un nuevo concepto de diseño, comenzar a entenderlo como una forma de administrar una secuencia de acciones para llegar a un resultado que no necesariamente debía ser un producto industrial. Podía ser una situación, una idea, una acción… algo no físico”.
De lo que se trata, a fin de cuentas, es de diseñar para cambiar la percepción de las cosas, de modificar la mirada, eso sí, siempre desde la cotidianidad, desde el día a día.
“Comunicador” (2010), de Martí Guixé, una serie de contenedores para la marca de diseño Alessi , que tienen flechas y bocadillos para que el usuario escriba mensajes.
Una plataforma para cuestionar, visualizar e influir en el comportamiento humano contemporáneo.
Una parte integrada del enfoque conceptual de Guixé es su interés por el diseño con un enfoque en los patrones de consumo, el intercambio de información y el proceso de elección.El diseño, para Guixé, no debe quedarse en los aspectos estéticos y formales, si no que tiene que buscar un cambio en los hábitos y la vida cotidiana de la gente.
El interés principal de los objetos para Guixé radica en su nueva utilidad. “No me interesa tanto diseñar la forma como diseñar la utilidad para crear una nueva percepción y un nuevo uso que sean más contemporáneos”.
Como consecuencia, la obligación del diseñador no es solo con el diseño en sí, sino con la forma en que se convierte en parte de los sistemas de consumo.
Y prueba de ello es el “Sentence maker“: un no-reloj que ya no marca las horas, pero sí el paso del tiempo. Que nace de una constatación: no necesitamos más relojes. Todos los aparatos electrónicos que nos rodean nos indican la hora, ¿para qué necesitamos un nuevo reloj?.
El “Sentence maker” nos obliga a percibir el tiempo no ya por las horas, sino por palabras e imágenes.
Los trabajos de Guixé, ya en los comienzos de su carrera, despertaron el interés del campo del arte y conquistaron las galerías y los museos más prestigiosos del mundo.
Sus food designs, instalaciones y performances se han mostrado en numerosas exposiciones colectivas internacionales, así como en proyectos en solitario en, por ejemplo, el MACBA (Barcelona); el MoMA (Nueva York); el Centre Georges Pompidou (París); el Design Museum (Londres); el Centre d’Art Contemporain (Ginebra, Suiza); The National Art Center (Tokio, Japón), y el Museum für Angewandte Kunst Köln (Colonia, Alemania).
Entre sus propuestas están un SPAMT renovado que incluye una impresora 3D que cocina e imprime una versión innovadora del característico pan con tomate catalán, o las “Techno Tapas“, que permiten a los trabajadores de oficina comer sin mancharse ni dejar de teclear.
Las “iCakes“, tartas de estética minimalista y gráfica, cuyos colores marcan las proporciones de cada uno de los ingredientes que incluyen; o la “Oranienbaum Lollipop“, una piruleta de naranja que contiene una semilla en su interior y promueve la re-forestación de forma espontánea.
Como visionario, transforma las cosas e inventa los productos indispensables del siglo XXI. Analiza situaciones, comportamientos y gestos y propone soluciones radicalmente efectivas con ergonomía mínima.
Su compromiso con la sociedad y con el tiempo contemporáneo está presente en todos sus trabajos. “Sigo interesado en hacer proyectos para que la sociedad evolucione y funcione mejor”.
Pero a pesar de su actitud crítica, Martí Guixé diseña productos porque, como él mismo afirma, los necesita.
Entre sus clientes se encuentran: Alessi; Authentics; Camper; Chupa Chups; Corraini; DAMM; Danese; Dentsu; Desigual; Drill; Droog Design; Galería H2O Barcelona; Imaginarium; Kesselskramer; Mediamatic; Magis; Nani Marquina; Roma Film Festival; Saporiti Italia; Trico; Watx y Vitra.
En 2000 creó para Camper “la primera tienda pop up de la historia del retail”, que representó “una nueva manera de hacer tiendas”, que muy pronto se popularizó.
Una vez más, Guixé demostraba que, en el diseño contemporáneo, lo relevante no son “los materiales ni las formas arquitectónicas, sino las ideas y los conceptos… intentando (además) ser lo más responsable y ético posible”.
Su trayectoria y visión particular del diseño ha cosechado importantes galardones, como el Premio Ciutat de Barcelona en 1999 y el Premio Nacional de Diseño de la Generalitat de Catalunya 2007.
Desde 2010, la cultura visual hecha en España celebra su gran fiesta en el Festival Premios Gràffica. Éste certamen reúne a las mejores figuras creativas de distintas especialidades: diseñadores, fotógrafos, ilustradores, directores de arte, artistas del graffiti, etc.
El jurado decidió otorgar un Premio Gràffica 2017 a Martí Guixé por el enfoque especulativo, su marcado carácter simbólico y su arrolladora capacidad comunicativa.
Ha sido reconocido como uno de los profesionales españoles más destacados de 2018 por Madrid Design Festival, la iniciativa que durante el mes de febrero reúne exposiciones, profesionales y actividades relacionadas con el diseño en la capital española, con la intención de acercar el diseño a la gente y presentarlo como un elemento de transformación social.
Entre las publicaciones sobre él y su trabajo cabe destacar: “Martí Guixé 1:1” (010 editores, 2002); “Martí Guixé, Cook Book” (Imschoot Publishers, 2004); “Don’t buy it if you don’t need it – All Marti Guixe’s Camper Commodityscapes” (Camper, 2007).
“Martí Guixé Open-End” (Stichting Kunstboek, 2008); “Martí Guixé, Food Designing” (Corraini Edizioni, 2010); “Transition Menu” (Corraini Edizioni, 2013).
Martí Guixé (pág. web).
Fuente (The New York Times Style Magazine).
Martí Guixé con el reloj de pared “Blank wall clock” para Alessi, y la lámpara “Flama” (2011) para Danese. Es una lámpara que integra el fuego como una luz inicial (proto-luz), y al mismo tiempo la alta tecnología LED.
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