Son sólo 43 metros cuadrados, pero están tan bien repartidos que creo que hasta yo podría vivir en ellos. Además tiene una pequeña terraza, perfecta para salir a desayunar un día de sol.
Además de estar presentado en una planta abierta, la elección del blanco para las paredes y de los tonos claros en la cocina y en el resto de estancias, hacen que este pequeño piso parezca mucho más grande de lo que realmente es.
La nota de personalidad la ponen el mobiliario antiguo recuperado usado en el salón comedor y los grandes cuadros que presiden la mesa.
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¿Podrías vivir en 43 m²?