¿A quién no le gustaría tener una casa a orillas del mar en la que relajarse y descansar? A mí me encantaría tenerla durante todo el año, pero más si cabe ahora que el buen tiempo ya está aquí y el verano se adivina a la vuelta de la esquina. Y mirando las imágenes de la casa en blanco y negro que quiero descubrirte hoy, la envidia (sana o no) me invade. Es el refugio perfecto junto al mar: natural, sobrio, cómodo, contemporáneo, descomplicado y con personalidad. ¿Quieres echarle un vistazo?
La casa está localizada en una playa un tanto salvaje al norte de Sydney, en Australia. Fue comprada hace algunos años por una pareja con tres niños que deseaba un lugar en el que disfrutar del aire puro y la naturaleza. Y así se hicieron con esta casa maravillosa ubicada en el entorno ideal.
Una casa en blanco y negro abierta al exterior
Lo primero que se advierte cuando uno descubre los interiores sobrios y minimalistas es la forma en que el espacio se abre al exterior. Es quizá el factor que dota a la casa de sentido, de razón de ser. Todas las zonas comunes de la planta baja (salón, dos salas de estar, cocina y comedor) están orientadas al paisaje de una forma clara y contundente.
La casa no tiene ventanas, ni siquiera ventanales. Se trata de acristalamientos de suelo a techo que se abren por completo, permitiendo una visión total del increíble paisaje costero.
La arquitectura es sencilla y de líneas rectas. La casa está construida en madera y su fachada exterior, de un bonito azul oscuro, es uno de los pocos elementos que muestra un color diferente al continuo blanco y negro de los interiores.
Un salón con vistas al mar
La razón de por qué el salón de esta casa en blanco y negro resulta tan impresionante, casi apabullante, no está en el interior. No se trata de la decoración, de la paleta de colores elegida ni de los muebles, que por otro lado son perfectos. El motivo hay que buscarlo en el exterior. En el entorno impresionante que termina formando parte del interiorismo y deja sin respiración al visitante, de tan impresionante que es su belleza.
La arquitecta que realizó la reforma de la casa, Rachel Hudson, respetó la estructura y la fachada de la construcción pero renovó por completo el exterior. Impuso espacios abiertos y diáfanos, con corrientes de ventilación cruzada que hacen que no sea necesario el aire acondicionado para climatizar la casa.
La decoración es obra de la interiorista australiana Pamela Makin y se estructura en base a dos conceptos esenciales: una paleta cromática en blanco y negro, y el uso de objetos sorprendentes y de inspiración étnica, tribal.
Tanto los suelos de toda la casa como las paredes son de tablas de madera pintadas de blanco, del mismo color que los techos. Configuran el telón de fondo perfecto para una decoración sobria, con los únicos golpes de color que establece el negro de muebles y complementos.
En el salón destaca la sencillez del sofá y de la butaca de hierro negro y lona de color crudo, que aportan un aire desenfadado y muy confortable. Dos tocones de árbol, uno de ellos pintado de blanco, hacen las veces de mesitas auxiliares. No hay más muebles ni otros elementos que distraigan de la visión del espectáculo natural, a excepción de algún objeto curioso de inspiración étnica y unas plantas que ponen el toque verde.
Espacios amplios y cómodos, fáciles de usar
La sencillez que impone la paleta de colores en esta casa en blanco y negro continúa en la cocina y en el comedor. La primera es sobria, industrial, con excepción de la espectacular isla de mármol de Carrara. El segundo es sencillo, aunque con carácter. Una imponente mesa de madera antigua destaca sobre el blanco de suelo y paredes, y dos lámparas originales y muy grandes completan el conjunto.
Para ampliar visualmente el espacio se utilizaron espejos de gran formato. Todo está pensado para hacer del interior de esta casa un lugar diáfano y luminoso.
Blanco y negro también en las zonas privadas
En la planta superior de la casa se ubican cuatro dormitorios y dos cuartos de baño. El dormitorio principal es un ejemplo de minimalismo. Sus líneas puras y rectas solo contrastan con la enorme lámpara que cuelga sobre la mesilla, la inconfundible mesa Tulip de Eero Saarinen.
El cuarto de baño es especial, con un suelo cerámico de sorprendentes baldosas con diseño de zigzag en blanco y negro y una bañera exenta sobria pero muy atractiva. Los espejos de tamaño XXL y la encimera negra con lavabos de apoyo completan el interiorismo elegante del baño.
Después de dar un pequeño paseo por toda la casa estoy aun más cautivada por ella. Me encanta la simplicidad con la que se han resuelto los interiores que, sin embargo, resultan sorprendentes y elegantes. Cuentan con la maravilla del paisaje salvaje e impresionante que se incorpora a la casa convertido en el elemento clave de la decoración.
¿Qué te ha parecido esta casa junto al mar decorada en blanco y negro? ¿A ti también te ha enamorado?
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