Este año no habíamos programado las vacaciones de verano, Javier volvió de su curso en Chicago y ya tenía varios compromisos con amigos, novia, su padre...
De este modo llegó agosto y no teníamos claro cuándo las cogeríamos exactamente ni dónde iríamos. Por mi parte y después de varios veranos sufriendo una ola de calor tras otra, lo único que tenía claro es que quería norte, verde y fresquito.
Finalmente, una semana antes y sin esperanza de encontrar alojamiento alguno, me puse a buscar a la desesperada alguna casa rural por la zona del Cantábrico. ¡Imposible! Estaba todo ocupado, incluido hoteles, apartamentos, hostales...
Pero, como por arte de magia, de pronto apareció en Airbnb una casa libre para nuestras fechas y, además, era preciosa. No me lo podía creer, iba en el autobus y la reservé desde el propio teléfono, sin siquiera consultar a mi hijo y al resto de la familia, por si nos la quitaban.
La casita se encontraba en un pueblecito de la costa gallega, Rinlo, al lado del límite con Asturias, lo que me pareció ideal porque nos permitiría conocer zonas de ambas comunidades.
"The blackberry house" es el nombre de la casa y Carlota el de su dueña.
Carlota es gallega, arquitecta y ha restaurado varias casitas en la misma calle de Rinlo, son las que veis pintadas de colores en la fotografía precedente. La nuestra era la más grande (la de la derecha) y quiero enseñárosla al detalle porque el trabajo de recuperación y restauración es digno de admirar.
Me contó que han intentado mantener el carácter y la base de las casas de la zona, rehaciéndolas por entero.
La madera de castaño es sin duda la gran protagonista en suelo, techos, panelados, puertas, ventanas, algunos muebles y escalera.
Pero no es el único material que se ha elegido y trabajado cuidadosamente, también mármol de la zona en los suelos de cocina y baño, así como en la chimenea.
Si la estructura es magnífica, el mobiliario no se queda atrás. Carlota es una enamorada de las antigüedades y la restauración. Muchos de los muebles proceden de anticuarios y mercadillos de la zona, algunos ya intervenidos por ella y otros pendientes de lucir un aspecto renovado, aunque yo creo que lucen encantadores en su imperfección y decadencia.
Hay, además, piezas actuales como el sillón butterfly de cuero, las alfombras de fibra y de piel, la manta de pelo, las lámparas tipo Edison... Os preguntaréis qué hace esa reproducción del Toro de Wallstreet al lado de la chimenea. Me contaba Carlota que el significado de uno de los apellidos de la familia era toro y de ahí que se estén haciendo con una colección de piezas relacionadas con éste animal.
El detalle de las hornacinas, en la ventana pequeña de la chimenea y en otros rincones de la casa, me encantó.
En la cocina, como en el baño, las paredes han sido cubiertas de microcemento con un acabado tipo Tadelakt marroquí. Nos contaba Carlota que es fácil conseguir un efecto marmolizado cuando se sabe manejar bien la llana de albañil.
Aquí podéis ver las lindas manchas, algunas rosadas, del mármol del suelo. Los muebles de la cocina son también de madera de castaño, diseñados y realizados por nuestros anfitriones. El fregadero de una sola pieza es de obra, realizado en cemento. Podéis ver al lado una de las hornacinas de las que os hablaba.
La ventana de la cocina, con vistas a la calle llena de flores, es un regalo para la vista y el espíritu. Un placer preparar el desayuno cada mañana en este encantador rincón.
La casa tiene dos plantas más, aunque la buhardilla esta aún clausurada. La escalera, como podéis ver es maravillosa en su sencillez.
La planta de arriba cuenta con un amplísimo distribuidor. Fijaos en el mueble que recorre toda la pared, también realizado por los dueños, es como estar en una cabaña austríaca.
El distribuidor da acceso a tres dormitorios y el baño.
El cuarto más pequeño es también el más romántico al tener las paredes enteladas en toile de jouy. Los armarios han sido sustituidos por barras de madera colgadas en el techo lo que me pareció una idea genial.
Otro de los dormitorios cuenta con una gran cama baldaquino y a los pies una antigua cuna recuperada.
Este dormitorio está comunicado mediante puerta corredera con el tercero en el que hay una cama individual y que cuenta con la climatización de la chimenea inferior a través del tiro.
Como veréis durante nuestra estancia cambiamos de sitio la mesa camilla que había en este espacio por la cuna de la habitación contigua que de esta manera quedó bajo la ventana a modo de sofá y permitió aligerar el espacio en la otra habitación.
Me encantaron las ventanas de cuarterones de toda la vivienda y, por supuesto, las maravillosas vistas. Toda la zona está rodeada de verde y son muy abundantes los eucaliptos y las zarzamoras, de ahí el nombre de la casita. Muchas moras estaban ya maduras y pudimos comerlas, además de recolectar para hacer mermelada.
El cuarto de baño encantador, como no podía ser menos, con una grifería preciosa y detalles de estilo vintage así como algún toque actual como el mueblecito auxiliar.
La pared estucada en microcemento y con un zócalo entelado en rojo inglés.
Además la casita cuenta con un pequeño patio ideal para disfrutar del exterior.
Espero que os haya gustado este home tour por nuestra casita de vacaciones.
En instagram podéis ver también un pequeño vídeo que grabé. Os dejo aquí el enlace por si queréis verlo.
Sabéis, esta zona me ha transmitido tan buenas vibraciones que estoy convencida volveré.
¿Habéis tenido alguna vez esa sensación?