Pero esta semana no ha sido así. Uno de los objetos por los que siento debilidad ha llegado a mi casa como por arte de magia.
Una tarde recibí uno de los regalos más especiales que podían hacerme. ¡Una cámara de fotos antigua!. Pero no una cámara cualquiera...¡era la cámara de mi abuelo!. No me lo podía creer cuando la tuve en mis manos. ¡Pero cómo es posible que estuviera tantos años olvidada!
Ahora desde luego no va a ser así puesto que ocupa un lugar privilegiado en mi salón.
¿Y vosotros tenéis algún objeto por el que suspiráis?