Pero bueno, hablemos de lo que verdaderamente me ha llamado la atención: su estética. Con una decoración súper cuidada con una fuerza e identidad envidiable Wanda se decanta por colores alegres y llamativos para el interior de la mayoría de su local. Todo ello combinándolo a la perfección con materiales naturales como la madera y el mimbre y dándole mucho protagonismo a los patrones étnicos crean un ambiente tropical lleno de colorido que convierte este lugar en un oasis donde evadirse y desconectar del ritmo frenético de la rutina de la ciudad.
Con tan solo entrar Wanda ya nos encandila con su la lámpara de 1,80 metros hecha de madera intercalada con tubos de metacrilato transparentes que es uno de los elementos más impresionantes que posee este local junto con la barra cubierta de madera natural que usa patrones tribales para dar un efecto tridimensionales usando el color propio de la madera intercalado con otras partes laqueadas en color rosa fucsia.
Las impresionantes sillas de diseño tejidas a mano con fibra de caña natural y los dibujos en las paredes del ilustrador alemán Boris Schmitz le otorgan a este lugar del toque bohemio, alegre y único que lo caracteriza.
De nuevo, estamos ante un claro ejemplo de la importancia de un interiorismo comercial realizado por profesionales y , porque no decirlo, muy pero que muy bien ejecutado. Es un verdadero lujo disfrutar de un bar, restaurante o cafetería no solo por los productos que ofrece sino también por el lugar y ambiente que crea el propio lugar en sí, ¿no creéis?. Sin duda, Wanda (cuyo nombre metafórico significa en sí mismo ‘amor de verano’) será de visita obligada en nuestra próxima parada por la capital (¡¡que además me ha dicho un pajarito que se come de miedo!!).
Fuente: Wanda
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