A veces el destino tiene estos detalles, ¿verdad? Aparece y lo hace con alguien de la mano. Intuyes que se trata de una pieza que le falta a tu mosaico y que encaja con otras fechas, recuerdos y nombres que llegaron a ti de la misma forma. Enseguida lo vas descubriendo sin exigir nada a cambio ni fijar una velocidad determinada. No importa si ha tardado en llegar. Ya está contigo. Tu sonrisa es el reflejo de la suya. Y viceversa.
Alba se ha llevado un montón de sueños por cumplir allí, a 11.146 km, porque aquí ya ha podido con todos. Me temo que el mundo se le queda pequeño. Y lo más curioso es que a mí también me lo parece. Cierro los ojos y el océano que nos separa me parece un charquito de ilusiones que no se secará nunca. Tampoco siento que me falte. Está descubriendo tantas cosas y sólo quiere compartirlas con nosotros. Así es Alba.
Yo, desde aquí, estoy guardando todos los abrazos, uno a uno. Por supuesto, no necesita cita previa para llevárselos. Son suyos antes de que existan. Tienen su nombre. Hoy quería hablaros de ella. Quería que la conocierais y que supierais que si en vuestra ciudad también falta una estrella, es por Alba, que ahora brilla de noche y de día en Chile.