salvo de lo que le dice su corazón.
Susana Tamaro
Entre las calles de la localidad francesa de Tarascon se esconden tesoros como esta casa de campo de finales del siglo XX. Un destino para las vacaciones que conserva su carácter original. El sabor de La Provenza se cuela por el jardín entre los olivos, los cipreses o la glicinia. Me quedo con los primeros. El día (y el mes) empieza en este rincón, con el cielo vestido de azul y la mesa lista para el desayuno. ¿Os venís?
La mezcla de estilos está presente en cada una de las estancias, con piezas vintage y detalles con alma. Un ejercicio de eclecticismo muy logrado en el que se dan cita recuerdos, encuentros y caprichos. Y todo ello sin perder el espíritu de la auténtica decoración provenzal. En lo que a los colores se refiere, predominan los tonos suaves y neutros que bien conjugados logran una atmósfera serena y armoniosa. También resalta el verde oliva de la cocina, que impregna de frescura este lugar. Por su parte, las habitaciones reflejan el romanticismo más puro inspirándose en lo natural.
Desde estos rincones tan provenzales
os deseo un feliz domingo,
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