Todos los colores tienen su encanto, dependiendo del momento, el lugar,
la textura, nuestro estado de ánimo...
Si tuviera que elegir uno, sin duda sería el blanco porque incluye en sí
mismo a los demás colores: ¿recordáis el experimento del círculo con
todos los colores básicos que al girar rápidamente nos hace ver un
solo color, el blanco?.
Desde un punto de vista emocional, el blanco es un color protector,
aporta paz y confort, alivia la sensación de estrés y ayuda a aclarar
el espíritu y las emociones.
El blanco significa pureza y perfección.
Vestirse de blanco hace parecer joven, sincero, transparente y transmite
confianza hacia nosotros a quienes nos rodean.
Las casas blancas evocan espacios más amplios, luminosos y limpios.
Incluso en espacios decadentes donde el blanco ha perdido su pureza,
este color adquiere una belleza especial.
Puede parecer un color frío pero su capacidad para reflejar la luz y combinar
con otros tonos es tal que se ha convertido en el color estrella en decoración:
el blanco es siempre un acierto.
Es el color por excelencia de la ropa de hogar: pocas cosas resultan tan
reconfortantes como una cama vestida con sábanas blancas o una mesa
cubierta por un impoluto mantel blanco.
O disfrutar una bebida en porcelana blanca.
Los exteriores decorados en blanco nos hacen pensar en buen tiempo,
días largos y disfrute de jardines, porches o terrazas.
Las flores blancas transmiten frescura, delicadeza y siempre nos hacen
sentir bien.
Un estilo de vida slow es para mí de color blanco y en mi caso cambiaría
la expresión la vie en rose por la vida en blanco: calma, positiva,
equilibrada.
El desafío color que este mes nos propone Lorena de Amor por la
Decoración está dedicado al blanco y participo en él con este post.
¿A ti te gusta el blanco?