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Dar el salto de infantil a adolescente suele ser algo gradual y de bajo impacto. De la infancia a la adolescencia el cambio no suele ser tan notable. Pero un dormitorio juvenil suele distanciarse bastante de los orígenes. Eso no significa que haya que deshacerse de todo.
En mi habitación de peque tenía (y aún está allí) una colección de Polly Pockets que adoraba. Eran unas casitas muy pequeñas que se abrían y dentro recreaban el interior de una casa. Ahora no recuerdo cuántos son pero sí que, mientras estaba en edad de jugar, esos Polly Pockets decoraban mi cuarto. A distintas alturas, en varias superficies.
En mi adolescencia, me dio mucho por la lectura y ya no los usaba para jugar pero seguían decorando el dormitorio. De otra manera menos infantil pero siempre presentes.
Cuando me hice más mayorcita, compré una caja especial para ponerlos dentro. Era momento de avanzar y no encajaban con quien era a mis 17 años, pero eran mis juguetes más preciados. Son muchos los recuerdos que tengo jugando con ellos, además los llevaba a muchos sitios. ¡No quería desterrarlos a ningún sitio olvidado!
¿Quieres saber qué hice para reintegrarlos?
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