Soy una abanderada del hogar real. La llamada casa vivida. Siempre he defendido que la decoración debe servir a un propósito más allá del estético.
Pero no era consciente, o quizá esto que te voy a contar es fruto de la madurez que aporta la experiencia y la reflexión, de que estaba limitando mi concepción de hogar real.
Intentaré resumirlo en una frase.
Un hogar real, es aquél donde más que sentirte tú misma te impulsa para convertirte en quien quieres ser.
Y esto está directamente ligado con: de dónde vienes (lo cual define quién eres) y a dónde vas (tus sueños y experiencia de vida). Por lo que si tienes trabajados estos aspectos, sabrás convertirlos en acciones con las que dar forma a una decoración que convierta tu casa en un hogar real.
Si comprendes esto empiezas a valorar que cada casa realmente es un mundo. Un entorno habitado por personas con intereses, gustos y experiencias vividas, que los han llevado a rodearse de elementos y sensaciones concretas.
No por ser una casa decorada con piezas o acabados más exclusivos deja de ser un hogar real. Es decir, no por parecer más caro es menos accesible, menos “real”.
La cuestión es que, si una casa está decorada con muebles, accesorios y acabados por encima de lo ordinario, entonces ya no es un hogar real. La consideramos inaccesible, solo apta para quienes tienen una muy alta capacidad adquisitiva y por consiguiente viven una vida muy diferente.
Lo que quiero con esta reflexión es que te permitas creer que también es posible para ti convertir tu hogar real en un hogar real extraordinario. Empezar a ver más allá de lo que aparentemente está a tu alcance y lo eleves al punto de máximo potencial. Hacer de lo que tienes, la mejor versión.
Porque solo así lo disfrutarás al 100% y en el proceso tú misma te sentirás más capaz, más realizada. Y eso implica tomar decisiones más trabajadas, más originales y, lo más importante, tomar acción sin prisa.
Atreverte a rodearte de elementos muy afines a ti, sean tendencia o no, y decorar con estrategia para crear efectos totalmente personales y extraordinarios.
Una vez hecho, el extra lo aportarás tú y tu forma de habitar tu hogar. Y esto será lo que transmita esa sensación de hogar real para quienes lo vemos desde fuera.
No necesitas tener unos techos súper altos si sabes cómo aumentar la luz natural y jugar con los volúmenes para potenciar la verticalidad.
No necesitas un suelo perfecto si sabes cómo unificar el que tienes con el resto de elementos principales de tu casa, disminuir su impacto y enfocar la atención en otros aspectos.
No necesitas puertas, revestimientos, muebles o accesorios impolutos y en tendencia para que tu decoración sea atractiva; si lo que tienes lo adquieres teniendo claro quién eres y quién quieres ser.
Tampoco es necesario que tu casa esté totalmente vestida de forma low cost. Decorada en el estilo más recurrente de la época que vives para que se sienta un “hogar real”, solo porque parece más accesible.
Si la decoración es fiel a ti ya será un hogar. Pero si lo trabajas pensando en todo su potencial podrás vivir en un hogar real extraordinario.
¿Resuena contigo esta reflexión? Si es así, porfa ayúdame compartiéndola en tus redes sociales. Te lo agradezco muchísimo.
Imágenes: Heidi’s Bridge para Homepolish. Diseño de Michelle Zacks.
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