Laura tenía una antigua mesa de cocina de su madre como escritorio, pero ocupaba demasiado y quería tirarla... Nosotros le echamos un vistazo y en seguida vimos el potencial... No sólo la convertiríamos en un escritorio estrecho y sencillo, como ella quería, sinó que además también tendría una mesa de cocina para honrar esta pieza heredada, con todos sus recuerdos e historias... Así empieza la historia de la mesa de cocina Masó, con el nombre de la familia a la que perteneció y a la que vuelve a pertenecer.
Este era el aspecto que presentaba la mesa familiar, con un sobre de melamina que no tenía ningún valor y estaba en mal estado. En cambio, las patas de madera maciza ofrecían muchas posibilidades...
Paso 1. Cortar por la mitad. Lo primero que hicimos fue retirar el sobre, que no usamos, y después, con la ayuda de una caladora, cortamos por la mitad la estructura de la mesa. El cajón lo desmontamos, lo cortamos a medida y lo volvimos a montar... La mitad con cajón decidimos que fuera para la mesa de cocina y la parte sin cajón sería la que se convertiría en escritorio.
Paso 2. Montar el escritorio. El escritorio lo quería con el sobre blanco y muy resistente, así que preferimos comprar una superficie ya preparada en melamina, la cual es muy dura y no se marca cuando escribes ni se desconcha la pintura... La unimos a la estructura con dos escuadras pequeñas en los laterales. En la pared el conjunto se sujeta con dos escuadras grandes en color blanco para que no destaquen sobre la pared.
Paso 3. Pintar las patas de la mesa de cocina. Escogimos el color verde hierba para que el color de los prados verdes que Laura ve desde su ventana entraran también hasta su cocina. El barniz estaba en perfecto estado, así que no tuvimos que rascar, simplemente darle dos capas de pintura al agua, hasta que cubriera bien.
Paso 4. Rascar para conseguir el efecto decapé. La intención era conseguir que la mesa hiciera referencia al uso y a los recuerdos familiares, así que se optó por un acabado envejecido, desgastado, con la técnica del decapé. Como siempre te recomendamos, rasca allí donde el uso y el tiempo vayan a dejar marcas reales...
Paso 5. Acabado. Para el sobre, escogimos uno de madera maciza de pino que teñimos con nogal y barnizamos con barniz al agua satinado. Lo sujetamos a la estructura de las patas con dos escuadras pequeñas en los laterales por la parte interior. A las patas y al cajón les dimos un acabado con barniz al agua mate. Y aquí puedes ver el resultado!
Y así quedó una vez colocado en la cocina de Laura, con el soporte de dos escuadras grandes que la sujetan a la pared...
Como ves, hemos conseguido un dos por uno: el escritorio y la mesa de cocina, sin renunciar a un viejo mueble heredado que parecía no encajar en la decoración joven y alegre actual... Y si quieres que te echemos una mano con una pieza especial o quieres que busquemos y personalicemos algún mueble para ti, no dudes en preguntarnos!