De todos es sabido que el hombre depende del agua para su supervivencia, ya que el 65% del cuerpo humano está formado por ella. A través de la historia, este bien se ha constituido como símbolo del aseo. El pueblo griego fue el primero en hacer suyo el 'culto al baño'. Los romanos, más tarde, crearon las termas (salas de masaje y de vapor) para la higiene personal y como lugar de reunión social. Por su parte, los musulmanes, comenzaron a utilizar el baño como forma de purificación y tomaron el hábito de lavarse como un acto religioso y social.
Hoy, el concepto de baño en la cultura occidental tiene un significado más íntimo. El acto social del baño ha desaparecido, dando paso a la búsqueda del placer por medio del agua; una meta a la que sólo se llega desde la intimidad. Ese momento de descanso y relajación se ha convertido en una cita personal en la que nos damos un premio y nos preparamos para pasar un rato de tranquilidad concentrados sólo en nuestros pensamientos.
Buena terapia
Las saunas, que se encuentran en todos los gimnasios o gabinetes de estética, forman buena parte de ese particular homenaje a nosotros mismos.Las más primitivas eran meros agujeros excavados en el frío suelo finlandés.
Actualmente, son recintos cerrados de madera de pino o abeto con ventilación y una fuente de calor que emana de unas piedras candentes sobre las que se vierte agua para generar el vapor necesario. Es este agua, precisamente, la que se debe aromatizar con esencias para producir el efecto relajante, descongestivo, o tonificante, según las propiedades de cada planta.
Un baño de sauna, además de relajar y liberar al cuerpo de toxinas, activa la irrigación sanguínea de los tejidos de una forma pasiva, sin necesidad de ejercicio físico activo. Además, es un buen remedio para enfermedades como la bronquitis, el asma bronquial y estados de hipotensión o hipertensión, reumatismo o trastornos circulatorios y del sistema nervioso.
Necesidades de espacio
De cualquier forma, si se pretende dejar a un lado los problemas y dedicar a dar culto a cuerpo, una buena sauna convertirá un instante del día en la mejor inversión en salud. Eso sí, antes de deleitarse con este placer de un modo continuo es conveniente consultar con el médico. Él te dirá si puedes realizar esta práctica sin problemas.
Para tener una sauna bien equipada se necesita un baño, un vestuario y un balcón para refrescarse después de la sesión. Además, se le puede añadir a este conjunto una piscina, una salita con chimenea (muy habitual en Finlandia) y, por qué no, un gimnasio. Todo esto puede parecer un desperdicio de superfície, pero si se diseña correctamente, se puede utilizar el baño de la sauna como aseo habitual o vestidor.
En cuanto al importe, las hay de diferentes precios según el modelo que se pretenda. Normalmente, se sitúan entre 1.800 € y 10.000 €, según el grado de sofisticación. Otro de los factores que hacen que el coste se incremente es el tamaño de la misma: cuanto más grande, más cara. En el mercado existen opciones para todos los gustos, siendo posible hallar saunas de pequeñas dimensiones que se adaptan a cualquier demanda de espacio. Después, lo único que tendrás que hacer es disfrutarla.