A la hora de elegir un material para cubrir paredes o suelos hemos de tener presente el corcho. Es un producto natural, compuesto por células muertas y aire, que se extrae del tronco y ramas del alcornoque. El material lo encontramos en capas que se hacen más gruesas a medida que el árbol se desarrolla. Éste se extiende por la parte occidental del Mediterráneo, en especial en la Península Ibérica.
Sus particularidades se conocían ya hace siglos, aunque se destinaba a la fabricación de productos para la pesca o como material modesto para la construcción. Adquiriría mayor valor en el siglo XVII cuando, tras la creación del champán por Dom Perignon, se buscó un elemento que conservara la bebida en óptimas condiciones. Así comenzó su expansión en el mercado de los tapones para vinos y espumosos, aunque se ha extendido a otras aplicaciones como la construcción y decoración.
Propiedades y productos
La primera capa que se extrae, aproximadamente cuando el árbol tiene unos quince años, es el llamado corcho bornizo. La calidad aumenta progresivamente en las sucesivas extracciones, por lo que el bornizo no se utiliza en la fabricación de tapones, sino sólo para aglomerados para la construcción. El corcho se retira del árbol una vez cada década, aproximadamente.
La versatilidad de este material proviene de sus características. Gracias a la alta proporción de aire que contiene, su densidad es muy baja, dándole ligereza a este producto.Asimismo, la suberina, que es la sustancia que se produce en la transformación de la celulosa, lo convierte en impermeable tanto a gases como a líquidos, y lo hace maleable y resistente; no se deforma fácilmente.
Además, es un excelente aislante tanto térmico como acústico, que lo hace ideal para convertirse en revestimiento de paredes de hospitales, salas de música, etc. En la construcción se utiliza en forma de paneles, elaborados con corcho prensado. Otras peculiaridades que lo complementan es que es inodoro, higiénico y su combustión no es habitual.
Otras aplicaciones más básicas son la fabricación de pizarras para pinchar anotaciones o la fabricación de maquetas.
Instalar el revestimiento
Antes de ponerse manos a la obra, es importante comprobar que la superficie está completamente lisa. En caso contrario, hemos de cubrir bien las grietas e imperfecciones. Además, debe estar limpia y seca. Antes de fijar las placas, decidiremos su disposición en función del color, ya que, al ser natural, existen diferencias en la tonalidad.
Para la instalación se requieren herramientas básicas: paneles, cuchillo o cúter, brocha o rodillo, martillo y cola. Mediremos bien la habitación, ya que la primera loseta ha de colocarse en el centro de la estancia. Para fijarlas, se aplica el adhesivo tanto en la pared o suelo como en el material. Se deja secar un poco la cola y se coloca el corcho.
El proceso ha de ser meticuloso, ya que una vez instaladas, las correcciones resultan muy complicadas. Para una fijación perfecta, se realiza presión con un mazo, con cuidado de no dañar el revestimiento.
Limpieza y mantenimiento
Las placas de corcho a menudo poseen una capa de barniz que protege de la humedad y evita que las manchas perduren. A la hora de limpiarlo, hemos de seguir unos consejos básicos para evitar destruir este recubrimiento. Realizaremos esta tarea con un trapo humedecido con agua y jabón. No utilizaremos sustancias abrasivas, ya que dañarán la protección.
Con el tiempo, el barniz se deteriorará. Para recuperar su buen aspecto, lijaremos el corcho y aplicaremos dos nuevas capas de producto, dejando un tiempo de secado entre ambas.