Las puertas son las encargadas de comunicar las diferentes estancias con las que cuenta nuestro hogar. Su presencia es vital para preservar la intimidad dentro de las habitaciones, además de guardar la temperatura generada por los sistemas de climatización. Al margen de su indudable valor funcional, en la mayoría de las ocasiones, su aspecto frontal permite adivinar la función del cuarto que anuncian tras su hoja.
La madera, material por excelencia de estos elementos de paso, es capaz de trasmitir elegancia y de combinar a la perfección con el mobiliario del interior que descubren tras su apertura, así como con los cuadros y el resto de objetos decorativos con los que comparten pared. Por otra parte, la ornamentación que las viste, generalmente consistente en molduras, cuarterones con ventanas y picaportes.
Contar con puertas resistentes que ofrezcan seguridad es una exigencia de primer orden, sobre todo cuando tenemos niños en casa. Los cantos redondeados que mandan al olvido las temidas aristas se imponen dentro de las viviendas con el fin de evitar accidentes caseros. En el lado del diseño, las antiestéticas bisagras han dado paso a modelos que las convierten en piezas invisibles, definiendo espacios bellos y guardando las mismas cualidades de estabilidad.
Combinar distintas maderas de un modo equilibrado puede dar un buen resultado estético. Esta puerta ha apostado por la simbiosis entre el roble y el wengué, completando su aspecto con un barniz mate. Pero si tu casa está orientada hacia lo rústico, no dejes pasar el siguiente modelo, cuyos listones de roble envejecido trasmiten toda la calidez del trabajo artesanal. El lacado blanco del último ejemplo ciego es el favorito de los amantes del estilo inglés.
