Tras las maderas de los portalones de esta casa encontramos un original patio asturiano. Un gran hórreo de planta cuadrada sirve de escenario para una pequeña salita en donde charlar a la hora del café. Flores de alegres colores y pequeñas rocallas son el marco perfecto para un lugar en el que se respira el olor a humedad de la montaña asturiana.
Este patio, que sirve de antesala a la casa, encierra una decoración muy popular pero acogedora al mismo tiempo, ideal para pasar las horas en un ambiente excepcional, en contacto con la naturaleza.
Dividido en distintos ambientes, combina un mobiliario muy actual con diversos detalles propios de la cultura del campo. Una capilla al fondo del patio cierra la original construcción en la que es inevitable sentir el deseo de quedarse un rato a descansar.
Dividido en varias estancias, al patio se accede mediante unas escaleras de piedra. La madera incrustada entre los guijarros que se han añadido a los suelos acompaña el paso del visitante con un toque rústico.El hórreo, construcción usada antaño para la conservación de alimentos, es ahora el improvisado techo para una salita de mimbre. No sólo preside el patio de forma majestuosa, sino que también sirve de resguardo en días de lluvia.
En la cuidada restauración del patio se ha tenido en cuenta la conservación de los detalles. Las viejas vigas de madera oscurecida por el paso del tiempo siguen incrustadas en las paredes.
Esas mismas vigas de madera son utilizadas en muchos lugares del patio para cambiar la distribución del empedrado del suelo. En el paso de unas zonas a otras son estos elementos los que marcan la delimitación.
La mesa es la pieza que más destaca en el original conjunto bajo el hórreo. A través de un calculado corte en el centro del cristal, sobresale un pequeño árbol, resolviendo el problema del adorno floral del modo más original.
En las distintas paredes del jardín se conservan recuerdos de las antiguas tareas campestres que marcaban la actividad de la casa. Las aldabas que servían para atar al ganado son ahora un lindo objeto de decoración.
La piedra es un material empleado tanto en suelos como en paredes, resultando realmente decorativo. Una aplicación más artística es la que nos traen los relieves a modo de conchas fosilizadas que pueblan las diversas zonas del patio.
Lo moderno y lo antiguo conviven en armonía. La resistente teca ha sido el material elegido para estas dos tumbonas colocadas en lo alto del patio, mientras que entre los objetos más curiosos, hay una mesa cuyas patas son de una antigua máquina de coser.
Un descansillo, una barandilla o un pequeño muro son buenos lugares para las esculturas. Un par de conchas de piedra se posan de manera aparentemente descuidada dando la sensación de que alguien las olvidó allí.
En la entrada al hórreo, casi camuflada entre la vegetación, hay una cuna de metal. De rejilla y latón, el improvisado mueble infantil es el recipiente ideal para albergar unas preciosas flores rojas.
En un lugar tan acostumbrado a la lluvia, la vegetación parece crecer por su cuenta. Así parece ser en este viejo macetero de barro, donde pequeñas flores azules se entremezclan con el fresco musgo.
La madera también se usa como soporte para las plantas. El que rodea a esta enredadera con flores de pétalos morados es un ejemplo ilustrativo de ello. Aunque la pieza ha sido restaurada, conserva el encanto de los objetos antiguos.
La mezcla de materiales sencillos como barro y piedra decoran cada rincón del patio. Grandes cuencos llenos de flores se pueden encontrar a lo largo de este recogido patio asturiano de increíble belleza rural.
Los antiguos barreños que se usaban para hacer la colada son ahora grandes maceteros que cuelgan de cualquier pared de esta rústica casa. A juego con las ventanas, son un lindo objeto decorativo.